Por Romina Bevilacqua
22 noviembre, 2014

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El hurón de patas negras (Mustela nigripes) está regresando a las praderas, pero aún enfrenta fuertes desafíos. Es el mamífero más escaso de Norteamérica y está volviendo a las praderas del oeste 35 años después de haber sido declarado extinto. El camino de regreso del Mustela nigripes comenzó en 1981, cuando un perro con un hurón muerto en el hocico condujo al re descubrimiento de una población remanente cerca de Meeteetse en Wyoming.

Los últimos 18 sobrevivientes de esa población fueron suficientes para un programa de crianza en cautiverio, que reintrodujo la especie a sus rangos previos en 25 sitios desde el sur de Canadá hasta el norte de México. Aunque los números en la naturaleza siguen siendo bajos: menos de 500 de acuerdo con Peter Gober, coordinador para la recuperación del centro nacional de conservación del hurón de patas negras en Carr, Colorado, del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU.

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Un gran obstáculo es la enfermedad, particularmente la plaga selvática, una infección transmitida por pulgas que apareció en Norteamérica a principios de los 1900s. Dado que la enfermedad no es nativa, el hurón de patas negras –miembro de la familia de las comadrejas– no tiene resistencia natural; tampoco la tiene su presa, el perro de la pradera.

Los hurones comen casi exclusivamente perros de la pradera, dice Gober. También proveen de albergues, ya que los hurones usan sus madrigueras. “Hay bastantes perros de la pradera en el oeste aún, a pesar de que han sido reducidos en un 90% o más desde tiempos históricos. El problema es que fluctúan mucho, debido a las sequías y a esta plaga”, agrega.

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Las poblaciones reintroducidas de hurones reflejan estas fluctuaciones. “Van y vienen” como “luces parpadeando en un árbol de navidad”, dice Gober. La repoblación de hurones sobre una amplia zona de su antiguo territorio ayuda a controlar el riesgo de enfermedad, pero eso requiere del acceso a tierras adecuadas con muchos perros de la pradera. “Hay mucho hábitat natural pero está degradado”, agrega Gober. Ese hábitat se encuentra típicamente en ranchos de ganado, donde históricamente los perros de la pradera no son bienvenidos. Y como compiten con el ganado por el pasto, millones fueron exterminados durante el siglo pasado.

El Servicio de Conservación de Recursos Naturales, una división del Departamento de Agricultura de EE.UU, ha aportado hasta ahora alrededor de un millón de dólares a una docena de terratenientes en Colorado para ayudar a esta especie, y esperan expandir el programa a otros estados. Hay nueva esperanza también en la forma de una nueva vacuna recientemente desarrollada para combatir la plaga selvática. Mientras tanto, Gober y sus colegas en Colorado están criando unos 250 hurones de patas negras al año. El equipo está atento a señales de endogamia debido al pequeño tamaño de la reserva genética original de los únicos sobrevivientes encontrados en Wyoming. Pero la evidencia desde los prados sugiere que los hurones han sido retirados del borde de la extinción.

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