La vida de los diversos animales acuáticos en cautiverio de a poco está saliendo a la luz, sobre todo gracias a documentales como “Blackfish” o “The Cove” que demuestran la violenta manera en la que son capturados o cómo viven luego encerrados en las piscinas.
Pero otro factor indispensable y que nos abrió los ojos, es la perspectiva de los ex funcionarios de Cuidado Animal. El equipo de Cuidado Animal pareciera estar en la mitad de todo. Rescates. Procedimientos médicos. Nacimientos. Muertes. Lo que quieras. Si un animal necesita cualquier tipo de ayuda, el trabajo es de Cuidado Animal. Es un trabajo difícil, reconfortante e incesante, con increíbles altos y bajos.
De acuerdo a SeaWorld: “SeaWorld Parks & Entertainment colectivamente mantiene una de las más grandes colecciones de animales en Norte América. Cuidamos aproximadamente 67.000 animales, incluyendo 7.000 animales marinos y terrestres y 60.000 peces”.
Los testimonios a continuación pertenecen a 3 ex funcionarios de Cuidado Animal que hablan sobre lo que pudieron ver en las piscinas de alimentación de delfines en SeaWorld. Y esta es una pequeña reseña de quienes son estas personas:
1. Jim Horton
Jim Horton (52 años) ha trabajado en SeaWorld Florida, Atlantis en las Bahamas y SeaLife Park en Hawái y tiene una larga carrera trabajando en el cuidado animal. Él trabajó para SeaWorld en Florida desde 1981 hasta 1996 y luego volvió en el año 1999 hasta el 2000. Esto fue antes de que trabajara en el retorno de Keiko, la estrella de “Liberen a Willy”, a su hábitat nativo en aguas islandesas. Desde entonces Horton trabajó en SeaLife Park (desde el 2002 al 2004) en Oahu, Hawái y en el resort Atlantis (desde el 2004 al 2012) en la isla Paraíso en las Bahamas.
2. Cynthia Payne
Cynthia Payne (40) comenzó trabajando en junio de 1992, en el Departamento de Educación en SeaWorld Florida y rápidamente fue transferida a Cuidado Animal, donde trabajó con Horton hasta que dejó SeaWorld en diciembre de 1994.
3. Krissy Dodge
Krissy Dodge (34) empezó a trabajar en SeaWorld Texas el 2004 después de obtener un título en zoología de la Universidad Estatal de Humboldt de California. Ella comenzó en avicultura trabajando con pingüinos, antes de ser trasladada a Cuidado Animal en el 2006. Dodge dejó SeaWrold en el 2006 para irse a Humboldt County, California, donde ocasionalmente asiste en rescates de mamíferos marinos.
Testimonios
Hoy Jim, Cynthia y Krissy hablan de la vida que llevaban los delfines y cómo se alimentaban en las piscinas de alimentación y el inaceptable comportamiento de algunas de las visitas.
La piscina de alimentación de los delfines y la piscina del show de la ballena asesina en el Shamu Stadium son las principales atracciones de SeaWorld. Pero el Dolphin Cove de SeaWorld Florida en Key West, era la principal atracción donde los invitados podían ver y dar de comer a los delfines. Esta es la descripción que entrega SeaWorld: “El Dolphin Cove en Key West es una de las piscinas interactivas de delfines nariz de botellas (toninas) más grandes en el planeta. En estas piscinas puedes ver un grupo de juguetones delfines tanto en la superficies como por debajo del agua”.
Sin embargo, los delfines tienes complejas estructuras sociales y sexuales —esto incluye una frecuente interacción sexual y ocasionales conflictos— que pueden afectar la dinámica en un piscina muy llena donde hay menos espacio para evadir o escaparse unos de otros como sucede en el mar abierto. Durante las sesiones de alimentación en SeaWorld, los delfines compiten por comida y muchas veces genera que las visitas se acerquen más de lo necesario y la interacción con los delfines sea más inquietante que por lo que pagaron, como sucedió con una niña en SeaWorld San Antonio donde un delfín la mordió o la vez que un delfín saltó hacia una niña y mordió su mano en la piscina de alimentación en SWF en 2012.
Horton, Payne y Dodge explican cómo es trabajar con los delfines en un entorno tan encerrado, al igual que lo que significa lidiar con el extraño comportamiento de las visitas:
Krissy Dodge: No teníamos permitido entregar el nombre de los animales, ya que en caso de que una animal muriera, no querían a nadie haciendo preguntas. En caso de que alguna visita preguntara por un animal en particular, les teníamos que decir la broma “se fue a Ohio (donde antes existía un parque SeaWorld)”. Decíamos que los animales eran felices. Que obtenían el mejor pescado. El servicio completo. Decíamos que las expectativas de vida aquí en el parque eran mucho más altas que en la vida salvaje.
Cynthia Payne: Lo que más recuerdo de los delfines en las piscinas era que no tenían opción de escapar unos de otros. La isla central (de la piscina de alimentación de delfines del SeaWorld original en Florida; ahora la piscina de guardería) le quitó aproximadamente 30% a la piscina, lo que la dejó un poco más grande que una piscina natación y por lo tanto los animales no tenía donde ir. Cada persona que ponía sus manos sobre ellos y trataba de hacerles cariño, lo hacía en los orificios para respirar. Yo les decía: “Por favor no les hagan cariño en sus orificios para respirar”. Los delfines lo detestaban. No existía la paz en ningún lugar para esos animales. La mayoría de la alimentación se realizaba en las cabinas de alimentación (donde las visitas pagaban por un plato de pescado para dárselo a los delfines que se les acercaban). Mucha comida venía del público. Esto era una situación demasiado estresante. La única forma de alimentarte es dejando que extraños te toquen al revés y al derecho.
Krissy Dodge: La noche previa a un gran evento o a un gran día en el parque, como el 4 de julio, nos decían “no les den (a los delfines) mucha comida, porque queremos que estén hambrientos para que mañana coman lo que les den las visitas”. Las personas no sabían que no debían tener el plato (de pescado) sobre el agua. Una vez, cuando yo estaba en la piscina, uno de los delfines se dio cuenta que uno de los niños tenía el plato sobre la piscina y podía comerse todos los pescados de una sola vez. Por lo tanto en cosa de minutos todos los otros delfines aprendieron lo mismo. Subían hasta las visitas y les quitaban los platos de sus manos. En esa ocasión uno de los delfines tomó el plato de un niño y lo rasguñó (es decir le quitó piel con sus dientes) en toda la mano. Fui yo quien tuvo que ir a hablar con los padres y a la gerencia.
Los padres lograron calmarse. Les dieron entradas gratis al parque. Tuvieron que poner a una persona del equipo de Cuidado Animal que pasara la barrera y caminara alrededor (de la piscina) para decirle a las personas una y otra vez que no pusieran el plato sobre la piscina. Para los delfines, ver a alguien caminando alrededor del borde de la piscina era algo nuevo. Ellos subían y nos mordían los tobillos y a veces se agarraban de nuestros tobillos. Dolía mucho, pero no teníamos permitido demostrar reacción alguna porque si no los delfines seguirían haciéndolo. Habían visitas que nos preguntaban, “¿Eso duele?” y nosotros respondíamos: “Oh, no, no es tan terrible. Están solo jugando”. Cuando en realidad, dolía mucho. Lo suficiente para hacernos saber: “Yo realmente podría lastimarte si quisiera”.
Rodeo de Delfines
Cuidar a un grupo grande de delfines que no están entrenados presenta problemas bastante interesantes para Cuidado Animal. Deben estar constantemente tomando exámenes de sangre y pesando a los delfines, además de todas rutinas que deben tener con las crías.
Jim Horton: (antes de Key West) SeaWorld tenía una piscina de alimentación pequeña. Era una piscina alargada con forma ovalada y con una isla en el medio. Dos veces al año debíamos meternos a la piscina y agarrar un delfín. Debíamos tomarles exámenes físicos. Los exámenes eran difíciles. Lo que hacíamos era vaciar la piscina a la altura de las rodillas. Tenía alrededor de 20 delfines. Con una o dos redes debíamos atrapar a un solo delfín y saltar sobre ellos. Los delfines no venían a nosotros. Algunos peleaban y algunos no. Era al azar, pero por lo general uno sabía cuál pelearía y cuál no. Te podías basar en la edad, el sexo y la personalidad. A unos no les importaba, para otros era un juego y otros no estaban acostumbrados. Los delfines entre dos y cuatro años se movían constantemente, por lo que se necesitaba al menos cuatro personas para contenerlos. Los machos y hembras más viejos eran tranquilos, incluso Ralph (uno de los delfines machos más agresivos). Pero para la seguridad de los humanos, había un mínimo de 4 a 6 personas para estabilizar a un animal y unos pocos animales necesitaban la mayor cantidad de personas posibles. Por lo general era 2 personas en la cabeza, dos personas en la columna y 2 en la cola, además de una persona que manejara la grúa (suspendiendo la camilla), otra persona dirigiendo la grúa y dos personas que estiraban la camilla por cada lado.
Siempre había uno o dos veterinarios cerca y un supervisor tomando decisiones, pero con el tiempo nos transformamos en una máquina y con solo mirarnos sabíamos cuándo íbamos a hacer el siguiente movimiento. Éramos muy buenos en lo que hacíamos y nos protegíamos unos a otros, también preveníamos de que el animal se hiciera daño. Sabíamos a cuáles les gustaba que los tomáramos. Para algunos animales era un juego ver si era posible hacernos caer, estaban probando su testosterona, por lo general eran los machos más jóvenes. Sabíamos que si el animal nos hacía caer, entonces él repetiría el mismo comportamiento en el futuro, causando posibles accidentes y daños a nosotros y a él mismo, es un comportamiento aprendido. Los que lograban deshacerse de nosotros y tenían historial en el tema, eran lo más rudos. Algunos esperaban a que el equipo se relajara un poco y se escapaban, varios cuerpos salían volando. Esto sucedía pocas veces ya que nos preparábamos según nuestras habilidades. De vez en cuando debíamos examinar a las crías cuando su mamá estaba aún en la piscina. La madre hacía lo imposible para tratar de liberar a su cría de nosotros. Una vez hasta me quebré la nariz en la cabeza del veterinario. Yo tenía a la cría. El veterinario estaba tratando de evitar que la madre llegara a mí y ella lo golpeó. Él salió volando y su cabeza cayó justo en mi cara y prácticamente me dejó inconsciente.
No examinábamos a la crías hasta el año de edad. Pero cuando llegaban al año y más, debíamos examinarlos y realmente luchaban contra esto ya que era algo completamente nuevo para ellos. Por lo general necesitábamos dos o tres personas. Pero al mismo tiempo las madres iban hacia nosotros para tratar de liberar a su cría. Se necesitaba un gran esfuerzo de coordinación para poder agarrar a la cría y a la madre al mismo tiempo y sostenerlos muy cerca uno del otro, cara a cara.
Este trabajo físico era programado y realizado solo dos veces al año. Era importante contar con datos de referencia (valores sanguíneos) de cada animal para determinar si es que el animal estaba con alguna posible infección o presentaban una actitud de enfermo. Los animales eran pesados en la camilla para tener certeza de que estuvieran ganando o manteniendo peso. En general, para partir se necesitan como mínimo 12 personas del personal para esos días. Luego todos los animales eran alimentados con demasiada comida.
Krissy Dodge: (En SeaWorld Texas) cada seis meses se hacía, lo que ellos llaman un “rodeo de delfines”. Esos animales no estaban entrenados. Básicamente su trabajo era tomar los pescados de las personas, por lo que no entendían los comportamientos de los criaderos, como por ejemplo tomarles muestras de sangre. Por lo tanto lo que se hacía era vaciar la piscina hasta más o menos los pies. Estaban todos los delfines pegados en el fondo de la piscina, era un poco atemorizante, aun cuando yo pensaba que ya estaban acostumbrados a algo así. Pero no les gustaba. Comenzaban a entrar en pánico y nuestro trabajo era básicamente pelear y agarrarlos. Entonces había una persona a cargo de saltar sobre el animal y la otra estaba a cargo de tomar el otro lado y así lo agarraban. Luego se ponían sobre una camilla que estaba en el suelo de la piscina. Una vez que el animal estaba en la camilla se calmaba rápidamente. Pero llegar a ese punto era una cosa muy loca. Yo pensaba: “¿Está realmente pasando esto?”
Comportamiento Aberrante
El Rodeo de Delfines no era el único desafío en el manejo de las piscinas de alimentación. Las piscinas de alimentación atraían tanto a visitas casuales como a fanáticos de delfines, los cuales van día tras día y llegan a conocer a todos los delfines. Pero no todas las visitas se comportaban, lo que hacía que el trabajo de Cuidado Animal fuera más difícil en las piscinas de los delfines.
Jim Horton: Teníamos fanáticos que venían a la piscina y se quedaban ahí todo el día. Un grupo de ellos. Los animales al rato se acercaban a ellos, ya que los reconocían y ni siquiera necesitaban comida. Una vez tuvimos que echar a uno de ellos ya que estaba tocando sexualmente a los delfines hembras. Luego se chupaba lo dedos. Y las hembras lo escarbaban. Los fanáticos eran un problema. También era imposible mantener las piscinas libres de objetos, los cuales los delfines ingerían.
Jim Horton: Las personas tiraban monedas a las piscinas todo el tiempo. Idiotas. Una vez tuvimos un joven (delfín) de un año que comenzó a ponerse blanco. Pensamos que era una mutación genética. El animal se murió durante el día. Entonces lo que hicimos fue sacarlo de la piscina y lo pusimos en un carro, rociándolo con agua y acariciándolo para que así pareciese que estaba vivo mientras cruzábamos por el parque. Lo que descubrimos, fue que el delfín blanco tenía su estómago lleno de monedas, anillos y joyas. Estaba todo en perfectas condiciones a excepción de los centavos. Eran lo único que estaba disuelto.
Después de 1982, creo, empezaron a hacer las monedas de centavos de zinc y las bañaban en cobre. Lo que le pasó fue envenenamiento por zinc. El zinc mató al delfín. Tuvimos otro caso en donde la cría se comió un tarro de monedas y joyas. Tomó seis meses quitar todo de su estómago. El Dr. Walsh (el veterinario) tuvo una única y genial idea. Él era brillante. Lo que hizo fue usar un endoscopio con dos tubos plásticos del mismo largo —era plástico duro— y al final tenía una malla hecha de tela de medias. Entonces puso un pedazo de tubo de PVC envuelto en espuma en la boca del delfín y ahí ingresó el endoscopio hasta el estómago, detrás de todas las monedas. Empujó el tubo plástico y lo manipuló de tal forma que la malla se estiró como una cuchara. Luego lo hizo retroceder y sacó el tubo hacia afuera.
Hicimos eso durante una hora por un par de días hasta que finalmente sacamos todo del estómago del animal. (Salieron) $30 dólares—más cuatro tarros de café llenos de monedas–. El estómago del animal estaba completamente lleno de monedas. También tenía cosas puntiagudas como prendedores o broches. Cómo no lo perforaron, no tengo idea. Luego usamos la misma técnica en otros animales y básicamente los limpiamos a todos. Si va a ver a los cocodrilos exhibidos, los vas a ver paseando con monedas en sus espaldas. La gente es idiota. También era un problema para las morsas. Podías encontrar chupetes de bebés y pedazos de pintura de piscina, o cosas de ese estilo que les bloqueaban el intestino.
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