Por Romina Bevilacqua
10 abril, 2015

Cuenta la leyenda que enormes Baobabs huecos eran utilizados como prisiones. Ahora se está conociendo el misterio de su llegada a Australia. 

Los Baobabs, aquellos singulares árboles con forma de botella de África y Madagascar, tienen un pariente, el Boab, que habita en la región de Kimberley, al noroeste de Australia. Nadie sabe cómo ni cuándo el Boab cruzó de África a Australia, o por qué su cobertura se limita a esta región. Gracias a un estudio publicado recientemente en PLOS ONE, ahora conocemos una parte del misterio: los aborígenes antiguos fueron responsables de la aparición del Boab en Kimberley.

Una primera hipótesis indicaba que los Baobabs existían en partes del “supercontinente” de Gondwana, el cual se dividió para convertirse en África, Madagascar y Australia, hace más de 50 millones de años atrás. Esta teoría no era muy convincente, primero, porque la India peninsular fue parte de la división de este mega continente, pero no tiene ninguna especie de Baobab.

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Flor de Boab durante la estación húmeda. Haripiya Rangan

Sin embargo la hipótesis de Gondwana fue definitivamente descartada por el botanista David Baum, cuando realizó un análisis genético de las especies de Baobab de África, Madagascar y Australia. Descubrió que las tres ramas principales se separaron hace aproximadamente 6 millones de años, mucho tiempo después que Gondwana se dividiera. Con esta teoría desechada, la actual dice que los ancestros del Boab flotaron a través del océano Índico y llegaron al noroeste de Australia, antes de adaptarse a su nuevo hábitat y evolucionar en una nueva especie de Baobab.

Haripriya Rangan, autora de la investigación y profesora asociada de Ciencias Medioambientales y Geografía en la Universidad de Monash, señaló que “Nuestro estudio examinó la genética de los Boabs de Kimberley para comprobar si había alguna variación en su alcance natural. Hay barreras biológicas distintivas en Kimberley que pudieron influir en la evolución de mamíferos como el Walabí. Esperábamos patrones similares de variación en los Boabs, asumiendo que se habían diseminado a causa de inundaciones y animales“.

Los resultados mostraron lo contrario: hubo mucho flujo de genes y por lo tanto muy poca variación entre los Boabs en diferentes partes de Kimberley, a pesar de la existencia de barreras. Esto quiere decir que las semillas de Boab fueron transportadas por algún agente que fue capaz de esquivar estos obstáculos. Los humanos son los agentes más posibles, pero no hay manera de probarlo sólo con la información genética.

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Pero hay otra forma de probar la intervención humana, a través de huellas lingüísticas. Cuando las personas llevaban cosas de un lugar a otro, también llevaban consigo los nombres de estas cosas. Si las cosas eran nuevas para la gente que las veía, generalmente tomaban prestados los nombres y los modificaban en su propio idioma. Y si en cambio ya eran familiares, simplemente agregaban esta nueva palabra a su vocabulario.

Los estudios en África mostraron que había mucha diversidad y “préstamo” de terminología entre idiomas, por lo que el equipo de investigadores decidió combinar la información genética y lingüística de los Boabs de Kimberley y poner todo en un mapa para ver qué se revelaba. Cuando mapearon los patrones del flujo de genes del Boab y el movimiento de las palabras del Boab entre los idiomas aborígenes de Kimberley, descubrieron cuán certera era su correspondencia entre sí. La coincidencia en tiempo entre los dos era lo suficientemente precisa como para probar que los humanos fueron los agentes principales responsables de la dispersión del Boab en el noroeste de Australia. La evidencia de restos de semillas y vainas de Boab de otros estudios de sitios arqueológicos aborígenes en la región lo confirmaron después.

Pero entonces surgió otra pregunta: Si los humanos fueron los agentes principales, ¿Por qué la existencia de Boabs se limita sólo a la zona de Kimberley?

Escape de las aguas en subida

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Dos pistas surgieron de los análisis genéticos: primero, que la población presente de Boabs se ubicaba en el noroeste extremo de Kimberley, y segundo, que hubo una reducción en la población entre 6 mil y 17 mi años atrás, desde donde los Boabs actuales se expandieron. Cuando juntamos estas pistas con los estudios sobre el cambio climático desde el fin de la última Era de Hielo, hace unos 20.000 años atrás, emergió una idea más clara sobre el desplazamiento humano y la diseminación de los Boabs.

Durante la Era de Hielo, el continente australiano se extendió mucho más hacia el noroeste, a pocos miles de kilómetros de Timor. Los Boabs se habrían distribuido principalmente en el casquete expuesto, y los grupos de aborígenes que vivían en esas áreas pudieron haberlos usado. Cuando la Era de Hielo terminó y los niveles del mar se elevaron, los Boabs de esas zonas se habrían inundado y desaparecido.

Debido a que la subida de las aguas obligó a que los aborígenes que vivían en la zona se adentraran en el continente, estos grupos de personas posiblemente llevaron consigo frutos del Boab en su trayecto por las áreas del centro y el este de Kimberley. Probablemente se asentaron allí e introdujeron el Boab y su nombre a otros grupos de aborígenes.

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