Por Romina Bevilacqua
15 octubre, 2014

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Para poder sobrevivir en las sociedades de los insectos, un hongo tipo parásito transforma a las hormigas en “zombies” y las manipula para que mueran fuera de su colonia, cerca de los senderos que se utilizan para ir a buscar alimentos. De esta forma el hongo se asegura una fuente de posibles anfitriones y evita las estrategias de autodefensa de las colonias.

Los hongos del tipo Ophiocordyceps son reconocidos por su increíble habilidad de manipular el comportamiento de su presa para así obtener una exitosa reproducción. Después de infectar a una pobre y desprevenida hormiga, el parásito la manipula a migrar hacia un lugar óptimo para el desarrollo de hongos. Luego la hormiga zombie lo que hace es el “agarre de la muerte”, lo que significa que antes de que el hongo la mate, muerde una parte específica de vegetación, como por ejemplo una vena de una hoja.

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Una vez que la hormiga muere, el hongo hace crecer un tallo (estroma) que atraviesa el cadáver. Es una estructura redonda que forma un tallo, el cual libera esporas patogénicas al piso del bosque, creando un infeccioso “campo mortal”, según señala el estudio publicado en PLOS ONE.

Las sociedades de insectos han desarrollado un mecanismo de defensa que reduce la amenaza de la enfermedad, lo que se llama inmunidad social. Esto significa que realizan acciones colectivas para prevenir y controlar la propagación de la enfermedad, como por ejemplo limpiar el nido. Como consecuencia, el parásito necesita desarrollar estrategias para evadir la inmunidad social y así lograr reproducirse. Mientras previos estudios han investigado la dinámica relación del “parásito-albergado” en el laboratorio, hasta ahora nadie ha observado en campo, la inmunidad social de las hormigas.

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Para el actual estudio, los científicos de Penn State eligieron investigar el Ophiocordyceps camponoti-rufipedis, que infecta a las hormigas trabajadoras carpinteras (Camponotus rufipes). Pusieron 28 hormigas asesinadas por el hongo en 2 nidos –la mitad en un nido con hormigas vivas y la otra mitad en un nido sin hormigas. Curiosamente, encontraron que el hongo no se pudo desarrollar en ninguno de los cuerpos, indicando que el microclima del nido de alguna forma previene que el parásito se desarrolle. Además, 9 de los cuerpos introducidos fueron expulsados del nido donde había hormigas vivas, lo que parece ser una táctica para prevenir la propagación de la enfermedad.

Luego los científicos investigaron la influencia de los parásitos en su área de estudio, que estaba ubicada cerca de la unidad de investigación de Mato do Paraíso en el sureste de Brasil. Hicieron mapas 3D de ambas cosas: las posiciones de las hormigas muertas y del sendero que las hormigas trabajadoras toman alrededor de la colonia, encontraron que el 100% de las que estaban en el área de estudio, estaban infectadas. Con esta información, los científicos pudieron determinar que las hormigas infectadas murieron en las puertas del nido.

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“Lo que hacen las hormigas zombies es crear un pasillo infectado por donde deben pasar las futuras víctimas”, dijo el autor del estudio David Hughes en un comunicado de prensa. “El parásito no necesita desarrollar mecanismos para superar la efectiva inmunidad social que ocurre dentro del nido. Al mismo tiempo, de esta forma asegura un abastecimiento constante de posibles víctimas”.

A pesar del hecho de que los investigadores registraron el 100% de prevalencia de los parásitos en las colonias estudiadas, el rango de infección encontrado fue bajo. Además, ninguna de las colonias colapsó producto de la infección, pero también ninguna se recuperó. De acuerdo a Hughes, esto sugiere que el parásito representa una enfermedad crónica en las colonias, que al igual que en los humanos, puede ser controlada, pero no solucionada.

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