Por Romina Bevilacqua
24 julio, 2015

Una triste realidad que podría dejarnos sin peces para 2048 y más. 

Por años la industria pesquera global ha explotado nuestros océanos descriteriadamente. Hoy la sobrepesca amenaza a diversas especies como el atún rojo que ya ha visto sus números decrecer en 83% en el Atlántico occidental y 67% en el Atlántico oriental desde 1950, y los científicos ya han anunciado que nuestras fuentes de alimento de especies marinas habrán colapsado para 2048 si seguimos con las actuales tasas de pesca y niveles de destrucción.

Y es que la pesca no sólo afecta a las especies a las que se está esperando capturar, sino que también tiene un efecto colateral sobre otras especies como tortugas, ballenas y aves que ven su fuente de alimento drásticamente disminuida o bien que se enredan en las redes y mueren –si no quedan gravemente mutiladas como esta tortuga–. A esto último se le conoce como “pesca incidental” y es más grave de lo que pensarías. La organización Bird International ha destacado que sólo la pesca de atún, donde se despliegan hileras de hasta 2.500 anzuelos de kilómetros de largo, provoca la muerte de 160.000 aves marinas cada año que quedan enredadas en ellos y se ahogan. Las redes, que son instaladas a diversas profundidades, también causan más de 400.000 muertes de aves al año afectando a 150 especies costeras y marinas y para qué hablar de la pesca de arrastre, que además de afectar a la vida marina que habita en el fono de nuestros océanos, mata a decenas de miles de animales. 

En esta imagen podrás encontrar más datos relacionados con la pesca y la pesca incidental, que simplemente te dejarán con la boca abierta:

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