Por Romina Bevilacqua
11 enero, 2015

A medida que los costos de la tecnología de secuenciación genética disminuyen, diversos científicos se han dedicado a decodificar los misterios genéticos de los océanos del mundo para detectar la presencia de especies amenazadas y calcular los impactos de la contaminación y el cambio climático en la vida marina. Y toda esa información se puede encontrar en un solo vaso de agua de mar.

El ADN del medioambiente o eDNA en inglés, puede servir como una forma rápida y de bajo costo para monitorear la salud de los ecosistemas, de acuerdo a los científicos que publicaron el estudio sobre la técnica en la revista Science. Así es como funciona: Los organismos, ya sean ballenas azules o plancton, liberan ADN con el paso del tiempo contribuyendo de esta forma a la información genética de los océanos. Al contar exactamente cuánto material genético hay presente en el agua de mar, los científicos pueden determinar qué especies habitan en la cercanía y cuántos individuos de la especie hay. La técnica ha identificado exitosamente a criaturas que viven tan lejos como un kilómetro de distancia del lugar donde se tomó la muestra.

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“El ADN ambiental nos permite preguntarnos cosas como: ¿Hay una especie en peligro o una especie invasora presente?”, dijo Ryan Kelly, biólogo y asistente de profesor en la Universidad de Washington, que participó como coautor del estudio. Los investigadores han demostrado que las técnicas del ADN del medio ambiente fueron capaces de identificar a la gran mayoría de los 13.000 peces que se encontraban en un tanque de 1.2 millones de galones de agua en el acuario de Monterrey. Y Kerry señaló que espera que esta tecnología en genética se convierta en parte de las herramientas que se utilizan para controlar y monitorear el medioambiente en los próximos años. Y ciertamente los costos han disminuido.

Si en 2001 secuenciar un muestreo de agua costaba 5,3 dólares, el precio hoy es de 6 centavos de dólar. Esta tecnología ya se está desarrollando como un sistema de alerta temprana para detectar la carpa asiática, un pez, en algunos lagos. Pero el ADN ambiental también podría utilizarse en tierra, para identificar patógenos en el suelo por ejemplo, comenta Kelly.

Por ahora sin embargo, el foco está puesto sobre los océanos. El Instituto del Acuario de la Bahía de Monterrey utiliza un dispositivo llamado “Environmental Sample Processor” o ESP para procesar el agua de mar y actualmente examinan las bacterias oceánicas pero podría ser utilizado para detectar la presencia de especies marinas mucho mayores.

“Es algo así como un robot R2D2 haciendo análisis de ADN en tiempo real”, señaló Kelly. “Lo excitante acerca del ADN es que puede ofrecer una imagen de alta resolución sobre qué hay y dónde está de una forma que nunca antes habíamos tenido”.

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