¡Que adorables amigos!
Todo comenzó cuatro años atrás cuando la familia Walch fue a vacacionar al Parque Nacional Hohe Tauern, en los Alpes austriacos. En ese entonces Matteo sólo tenía 4 años y al ver a un grupo de marmotas salvajes, se acercó a ellas para conocerlas más de cerca. Pese a que estos curiosos animalitos suelen ser muy tímidos y esquivos ante la presencia humana, haciendo ruido con sus colas y dientes para advertir a sus compañeros de la presencia de intrusos, en esa ocasión su respuesta fue algo diferente. Dejaron que el pequeño se acercara a ellas y así comenzó una tierna amistad entre Matteo y sus compañeros peludos.
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Desde entonces la familia ha visitado el mismo lugar por dos semanas cada año y pese a que Matteo ha crecido bastante, ellas siguen aceptándolo en su grupo como si fuese uno más de la familia. Su madre, Michaela, impresionada por la forma en la que su hijo ha logrado conectarse con estos roedores no ha perdido la oportunidad de fotografiarlo junto a sus amigos y ahora quiere compartir con el mundo esta inusual experiencia.
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“Él ama a esos animales y ellos no le tienen miedo a Matteo porque él también tiene sentimientos por ellos y ellos lo comprenden“, cuenta ella. “Volvemos allí cada año por dos semanas y es impresionante ver la conexión entre un niño y sus amigos animales”, continúa.
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Es como si las marmotas comprendieran que él no está allí para hacerles daño, sino para aprender de ellas y compartir con ellas su día a día en la naturaleza. Y Michaela ha capturado los momentos que han compartido con su hijo en fotografías que los muestran compartiendo en harmonía como si su vínculo no fuera nada fuera de lo común.
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Este es un ejemplo de lo maravillosa que puede ser la naturaleza y que nos hace pensar cómo sería hoy el mundo si el ser humano se hubiese relacionado de esta forma con todos los animales.
Aunque también puede levantar dudas acerca de qué consecuencias podría traer este comportamiento a los animales salvajes. Los expertos en fauna suelen recomendar a los turistas que se mantengan alejados de los animales silvestres y que no los alimenten para que no se pongan a sí mismos en situaciones de riesgo, pero estas medidas también se aplican para resguardar a los animales. Una vez que los animales salvajes entran en contacto con humanos y pierden el miedo a su presencia puede que también se vuelvan dependientes de la comida que ellos les dan y se pongan a sí mismos en mayor riesgo acercándose a las personas y lugares más poblados donde pueden ser víctimas de atropellos por vehículos en una carretera, se pueden transformar en presas de cazadores, y otros escenarios.