El reino animal está lleno de procesos hermosos y misteriosos, pero hay pocos más cautivadores y geniales que la metamorfosis de las orugas para convertirse en mariposas o polillas.
Quizás más increíble que la drástica transformación es cómo sucede. Dentro de sus capullos, las orugas se licuan por completo y mantienen solo “láminas” rudimentarias que son los puntos base para importantes rasgos como las alas y ojos. A pesar de que se reducen a una sopa de proteínas, los estudios han indicado que algunas mariposas retienen ciertos comportamientos que aprendieron como orugas. ¡Increíble!
Lo genial es cómo muchas de estas orugas son casi tan impresionantes, si no más, que sus equivalentes polillas o mariposas. Las brillantes marcas y estructuras que generalmente sirven como protección, publicitando su naturaleza venenosa o dando a los depredadores falsos objetivos.