Una amistad entre hombre y can que logró superar bombas, balas, miles de kilómetros, e incluso a los bomberos.
Ross Gundlach, un sargento de la Marina de Estados Unidos, viajó el año 2013 al estado de Iowa para cumplir una promesa muy especial. Después de varias gestiones, finalmente se acercaba para apelar ante un comité del gobierno estadounidense con el objeto de adoptar a quien había sido su principal contención durante la guerra en Afganistán.
Se trataba de Casey, una tierna labrador amarilla que pasó las 24 horas del día con él y que fue su compañera en más de 150 misiones donde detectaban la ubicación de las bombas en los caminos. La verdad, es que ya se cumplía un año desde que habían sido alejados, pero el sargento no era capaz de olvidar el día en que le había prometido que iba a hacer todo lo necesario para encontrarla si es que lograban sobrevivir a la guerra. Y bueno, retomando lo que explicaba anteriormente, cuando se dirigía a apelar, algo se presentó.
La Asociación de beneficencia Elks, conocía la historia de este veterano de guerra y por lo mismo le prepararon una sorpresa. Encontraron a Casey sin que él lo supiera y recaudaron una enorme suma de 8.500 dólares para reemplazar a Casey –que estaba trabajando el el Departamento de Bomberos del Estado– por otro perro. Finalmente, le pidieron a Gundlach que asistiera a una ceremonia militar y cuando recibió la sorpresa esta fue su reacción:
httpv://youtu.be/pX3mWtWdNbQ