Según cifras de la Animal Activist Alliance (AAA) en los años 1900’s existían alrededor de 300.000 elefantes salvajes y 100.000 elefantes en cautiverio en Tailandia. Hoy esos números se han reducido drásticamente: sólo quedan menos de 2.000 ejemplares salvajes y alrededor de 4.000 cautivos. Muchos de los elefantes que no están en libertad son utilizados en la industria del turismo, pero para ser parte de este rubro pasan antes por un brutal y doloroso entrenamiento con el fin de controlar a estos magníficos mamíferos.
Por lo mismo, si viajas a Tailandia y quieres tener una experiencia cercana con elefantes, asegúrate de buscar aquellos refugios donde los elefantes reciban un trato ético y no sean maltratados. Una opción es el Elephant Nature Park, un refugio de rescate y rehabilitación de elefantes al norte de Tailandia donde puedes trabajar de voluntario o visitar por el día y podrás contribuir a la rehabilitación de estos fantásticos animales y aprender más sobre ellos. Otra opción podría ser el centro Rang-Tong.
Los elefantes son maltratados, golpeados y heridos con ganchos mientras permanecen atados
Existe una práctica común en Tailandia para entrenar a elefantes a la que llaman “phajaan” que se refiere al acto de separar al cuerpo del elefante de su espíritu y que usualmente se realiza en elefantes muy jóvenes. Se trata de un método muy violento, donde el elefante es encerrado en pequeñas jaulas de madera que quedan muy apegadas a su cuerpo y luego se amarra y se golpea al elefante hasta literalmente “quebrar su espíritu”. El documental del comediante Joe Keogh, “An Elephant Never Forgets” (Un elefante nunca olvida) es uno de los muchos audiovisuales que muestran esta incómoda verdad detrás del trato a los elefantes.