Por Catalina Vásquez
3 julio, 2015

Una lección un poco brusca, pero definitivamente efectiva. 

Reconozcámoslo. Es parte del instinto de ser madre el querer que sus hijos hagan las cosas a su imagen y semejanza. En mi caso personal, era ella la que decidía qué se comía a diario en mi casa, la que elegía mi ropa y la de mis hermanas para las ocasiones importantes, e incluso, recuerdo que fue ella la que me traumó por la forma en que tomaba los palillos a la hora de tejer, ya que según sus conocimientos “me deformaría los dedos a largo plazo” (la técnica “incorrecta” es la que me había enseñado mi abuela, su suegra, y que de más está decir, no le había causado nada extraño en sus manos o dedos).

En relación a mi historia, y probablemente a la de cada uno de los que estén leyendo este artículo, esta mapache se comportó como era de esperarse para una madre: Con ternura y dedicación. Y así, determinada a enseñarle a su pequeño a escalar, no le importó que tuviese temor o más bien fobia a las alturas, el hecho de que se tratara del árbol adecuado para iniciar la práctica, y menos, que se encontraban en el techo de una casa. Ella simplemente sabía que era la presión, todo lo que necesitaba su hijo adolescente para lograr el objetivo.

¿Quieres ver cómo lo solucionó? Pues no te puedes perder el video a continuación, que fue grabado desde la ventana de la casa, cuando sus habitantes escucharon unos extraños chillidos:

Te puede interesar