El fiordo estaba considerado muerto pero ellos lo revivieron gracias a esta simple técnica.
Las aguas profundas de un fiordo sueco son ahora aptas para la vida, luego de que un grupo de científicos instalaran bombas para revertir la falta de oxígeno. Incluso las especies marinas más evolucionadas necesitan oxígeno en el agua para sobrevivir. Sin embargo, una serie de procesos pueden mermar la cantidad de éste, dando como resultado “zonas muertas”, y son las actividades humanas las que están haciendo que esto ocurra cada vez con mayor frecuencia. El ejemplo más común es el brote exagerado de algas, donde el exceso de nutrientes produce la repentina aparición de actividad cianobacterial, convirtiendo el lugar en un desierto acuático, privado de oxígeno.
Luego los mecanismos de retroalimentación que mantienen los ecosistemas saludables se ven afectados, acarreando un estado de autopreservación que puede ser muy difícil de reparar. Miles de científicos e investigadores de recursos naturales probablemente ya han pensado en bombear oxígeno en los lugares en que pueda ser necesario, después de todo, es lo que se hace en millones de acuarios. Sin embargo, intentarlo en un ecosistema a gran escala es otra historia.
Un equipo conformado por personas de la Universidad de Dinamarca del Sur y de la Universidad de Gothenburg, estaban preocupados por la expansión de las zonas muertas en el Mar Báltico interior. Según el Dr. Michael Forth, de la USD, sus “colegas suecos tuvieron la idea de usar una bomba para mezclar el agua de la superficie, rica en oxígeno, con las aguas más profundas del fiordo, que carecían de éste”.
Para probar su idea, el equipo llevó a cabo su estudio en Byfjord, Suecia, un fiordo de 4 kilómetros de largo, y de 51 metros de profundidad. El fiordo posee una entrada poco profunda que impide que ingresen grandes cantidades de agua rica en oxígeno desde el océano y no permite que ésta alcance la cuenca principal. La forma del fiordo hace que en el agua de la superficie haya baja salinidad y no permite que ésta se mezcle con el agua más densa del fondo, impidiendo así que el oxígeno penetre en las profundidades. Entonces, el material orgánico de la superficie se hunde en la cuenca del fiordo donde se descompone y consume el poco oxígeno existente, a veces desencadenando la producción de sulfuro de hidrógeno, (gas con olor a huevo podrido) el cual es tóxico para los peces.
De esta forma, los científicos respondieron bombeando el agua de la superficie hacia las profundidades y comparando muestras de la columna de agua de antes y después del bombeo. En el periódico International Society for Microbial Ecology, señalaron que la antes dominante bacteria anaeróbica disminuyó en cantidad, y las especies aeróbicas aparecieron en profundidades no vistas antes.
“En general, la comunidad bacteriana en el fondo antes anóxico (falto de oxígeno) cambió, para dar paso a una estructura comunitaria similar a aquella encontrada en aguas óxicas (oxigenadas) mostrando que es posible llevar a cabo una oxigenación artificial en una gran masa de aguas marinas con falta de oxígeno, emulando una oxigenación natural”, indica el autor.
Y lo que es aún más importante: los niveles de oxígeno se mantuvieron altos incluso después de terminado el bombeo, lo cual aumenta las esperanzas de que la idea pueda ser aplicada en todo el Mar Báltico. “En la última fase del experimento, toda la columna de agua comenzó a verse saludable”, afirmó Forth. “Muchas de las especies dependientes de oxígeno han regresado y se han formado nuevas comunidades bacterianas similares a aquellas observadas en fiordos oxigenados naturalmente”.
Visto en IFLScience