Resulta que las heces humanas no sólo sirven de combustible para buses un tanto peculiares, sino que también para cocinar, calentar el agua de la ducha y otras tareas en la casa.
Para obtener el combustible que necesitaba para cocinar y calentar su casa, la oriunda de Kenia, Nancy Wambui de 54 años, utilizaba carbón de leña hecho de árboles talados. Pero recientemente recibió otros leños para probar. Se veían como el carbón natural pero funcionaban aún mejor. ¿El ingrediente secreto? Excremento humano.
“Se demoraron bastante en quemarse, por lo que tenías calor suficiente para poder cocinar y también calentar el agua para bañarte”, comentó sobre su primera experiencia utilizando el nuevo combustible. Estas briquetas podrían ser una nueva forma promisoria para detener la deforestación, reducir los gastos diarios de una familia de bajos ingresos, ayudar a enfrentar el déficit de energía que se da en el país y apoyar la mejora de las instalaciones sanitarias que desesperadamente necesitan. Más de 2.500 millones de personas en el mundo en vías de desarrollo no tiene acceso a inodoros, y un niño muere cada 15 segundos por diarrea, generalmente como resultado de la contaminación en el agua y la comida a causa de los desechos humanos. Y las cifras continúan alarmándonos: cada año, 200 millones de toneladas del excremento humano pasan completamente sin tratar y terminan directamente en ríos, lagos y océanos.
Aún en Kenia, una de las economías más grandes de África, US$ 324 millones se pierden cada año debido a enfermedades y horas perdidas de trabajo causadas por la pobre salubridad. Ante este escenario, diversas organizaciones sin fines de lucro y empresas han estado buscando qué hacer con los desechos humanos. En Haití, la ONG SOIL se volvió famosa por distribuir “inodoros de abono natural” que reducen drásticamente el riesgo de contraer enfermedades. SOIL reúne el excremento de los inodoros, los trata y los vende como fertilizante.
Ahora, un startup en Kenia está adoptando el modelo de SOIL y lo está guiando hacia una nueva dirección: en lugar de utilizar las heces como un recurso de compostaje para cultivar alimentos, lo están transformando en energía para cocinar. Sanivation está distribuyendo inodoros a las familias locales, y los vacían cada mes, para transformar el excremento en briquetas. Tras ser recolectado el desecho de los inodoros de la ciudad, se pone todo en un contractor solar que usa espejos para calentar los desechos a temperaturas que han sido probadas por Centros de Control de Enfermedades como óptimas para matar patógenos, lo que los hace seguros para ser utilizables.
“Queremos ser capaces de reutilizar el excremento de manera segura y de bajo costo”, comentó el cofundador de Sanivation Andrew Foote. “Ser capaces de no sólo tener acceso a él, sino que también transformar esto en un producto que tiene una alta demanda y es atractivo para quienes tienen un olfato para los negocios”. En África y alrededor del mundo, cientos de millones de personas cocinan con madera y carbón. Pero el problema es que la mayoría del carbón natural viene de árboles que se hacen a fuego lento en grandes hornos de tierra, removiendo la humedad sin oxidar la madera para transformarla en una fuente más eficiente de calor por volumen. Y este proceso consume demasiados árboles: cuatro toneladas de árboles producen sólo una tonelada de carbón natural, de acuerdo con la Organización de Alimentos y Agricultura de las Naciones Unidas, y con las sociedades en el continente aumentando exponencialmente, la deforestación también está en alza. Ya ha caído en un 2% el bosque que cubre Kenia, y el precio del carbón sigue subiendo.
A esto se suma que el humo por quemar el carbón dentro de las casas puede ser peligroso para padres, niños y vecinos; 6% de las enfermedades globales y 7% de las muertes relacionadas a enfermedades son causadas por infecciones respiratorias. Las briquetas de desechos de Sanivation contienen un tercio menos de carbón que los regulares.
Desde 2012, Sanivation ha operado en un pueblo de Kenia de Naivasha gracias a aportes de la Corporación de Ayuda de Alemania y otras instituciones gubernamentales. El proyecto está recién en una fase preliminar; y las familias que deseen usar los inodoros de Sanivation pagan 600 chelines (US$ 7) al mes para que les retiren los desechos y tienen un mes gratis cada vez que recomiendan una familia. Hasta ahora, 15 inodoros han sido vendidos y 20 familias están en una lista de espera en Naivasha. La organización también ha instalado otros 32 inodoros para servir a 300 personas en el Campo de Refugiados de Kakuma en el norte de Kenia, donde Sanivation ha testeado el modelo de la mano de CDC y la Embajada de Estados Unidos.
Debido a que mejorar el agua y las instalaciones sanitarias es uno de los usos más efectivos en términos de retornos cuando se trata de dinero para ayudar; cada dólar gastado lleva a una ganancia de entre US$ 5 y US$ 46 en inversión a través del aumento de productividad, y reduce los costos de asistencia médica. De acuerdo a CDC, el modelo de Sanivation tiene una base de clientes bien construida que ya se está armando.
En el futuro cercano, la organización espera llevar a cabo un análisis de mercado para ver cómo los ciudadanos locales toman la idea de implementar las briquetas y así determinar la mejor estrategia de distribución. Por ahora solo se han limitado a llevar a cabo pruebas. Sanivation estima que en el área los residentes gastan casi 30% de los ingresos por familia en combustible para cocinar (globalmente, los más pobres gastan 25%), consumiendo alrededor de 2 kilogramos de carbón por día. A sólo 15 chelines (0,17 centavos) por kilo, un tercio menos que la tasa de aumento del carbón, las briquetas podrían impulsar la economía local una vez que Sanivation comience a producirlas en masa.
A la fecha, casi dos toneladas de briquetas han sido producidas a mano, pero Sanivation financió en conjunto US$ 11.000 para comprar una máquina capaz de producir una tonelada métrica de briquetas por hora. Foote comenta que cuando la gente comenzó a acercarse a preguntarle si podían usar el concentrador solar para cocinar cosas, sabía que había un mercado para energía accesible. “Cuando ves la composición química de los desechos, 90% es materia orgánica y 40% es carbón. Por lo que no solo hay una demanda alta por combustible, pero el excremento desde un punto de vista de la composición química ya tiene una mejor composición a la hora de ser transformada en combustible”, expresó.
Otros que trabajan en instalaciones sanitarias en países en desarrollo dicen que hay un gran obstáculo para el modelo de Sanivation: el factor “ugh”. Esto, asevera Sebastien Tilmans, cofundador de Resource Sanitation quién construye inodoros para ambientes urbanos en el mundo desarrollado, “es probablemente la preocupación más grande” que Sanivation necesita sobrellevar. “La gente no se siente cómoda cocinando con ese material”.
Hasta ahora en Naivasha, las preocupaciones de la gente tienden a desaparecer cuando prueban las briquetas sin olor por ellos mismos. Para Wamubi, la prueba está en el olor, o mejor dicho en la falta de éste. Ella dice que le cuenta a sus amigas más escépticas, “’ve [y enciéndelo] y huele el humo y ve cómo se siente’. Ellas ven que no tiene olor, es cocinar de manera limpia”.
Visto en: Take Part