Por Romina Bevilacqua
21 abril, 2015

Una jaula pequeña y una gran fotografía de hielos fue todo lo que Taco, el oso, conoció. 

El pasado viernes 17 de abril Taco, el único oso polar del Zoológico Metropolitano de Santiago, en Chile, falleció. Según sus cuidadores a sus 18 años sufrió de una gastritis y una falla orgánica multisistémica, sin embargo los resultados oficiales de su necropsia aún no han sido publicados. La muerte de Taco afectó a muchos. No sólo era el favorito de muchos niños que visitaban el zoológico, también se había convertido en una especie de símbolo de lucha para los animales cautivos en zoológicos.

Taco fue el oso polar que logró sobrellevar las altas temperaturas de la capital que en verano superaban los 30ºC  y 35ºC, que pasó 18 años enjaulado sin conocer la libertad, el mismo que pasó varios días en una jaula de cemento sin agua y fue el oso por el que una pequeña niña realizó una petición con 55 mil firmas para que lo trasladaran a una reserva en Canadá, después de enterarse de otro caso similar a Taco. En definitiva él era un oso polar que se encontraba a miles de kilómetros de su hábitat natural y lejos de las condiciones en las que un animal de su envergadura y características debería estar. 

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Taco juega un un hielo en un día de verano que superó los 30ºC.

Taco nació en cautiverio el 10 de diciembre de 1996 en el zoológico de Rotterdam en Holanda y llegó a Chile con 2 años de edad por un proyecto de colaboración entre ambos zoológicos. Nunca supo cómo se sentía la nieve y el hielo bajo sus pies, y mucho menos cómo sobrevivir en su ambiente salvaje por lo tanto liberarlo en el Ártico no era una opción. Por lo mismo lo que muchas organizaciones pidieron una vez que se informaran los planes de remodelar el zoológico –donde Taco no estaba incluido y por ende era necesario su traslado– , fue que se enviara a Taco a una reserva donde sí recibiera los cuidados y el espacio que requería. “Todo lo que se buscaba era darle una vida digna en sus últimos años de vida, en un espacio amplio que se asemejara lo más posible a su hábitat natural. En simples palabras una vida de calidad“, señala Zico Henriquez, Director Ejecutivo de ORCA Chile, una de las organizaciones detrás de esta iniciativa.

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Ahora que esa realidad no se pudo cumplir, Zico plantea algo muy importante: “Los Zoológicos se han amparado en que ellos no son sólo una “exhibición” de animales, sino que tienen un rol más importante que es la conservación de la fauna. ¿Pero cuánto de eso es cierto? ¿Fue Taco parte de un programa que dio resultados? ¿Tuvo descendencia que alguna vez podrá repoblar su lugar de origen? Esas son las preguntas básicas que debemos hacernos antes de definir si era realmente conservación y cuántos de los animales que actualmente están ahí son parte de un programa así”. Es cierto que el zoológico tiene algunos programas reales de conservación como el de los flamencos andinos, la ranita de Darwin o el de los pingüinos de Humboldt. ¿Pero qué pasa con el resto de los animales? ¿Qué pasa con la mayoría de los animales en los zoológicos?

“Hoy la lucha debe ser por cerrar el Zoológico tal como lo conocemos para convertirlo en un centro de estudios y por sobretodo de rescate de animales endémicos y del tráfico internacional. Sin gente gritando alrededor de los animales, sin gente tirando piedras, basura o cualquier otra cosa que se les ocurra”, finaliza Zico.