Por Romina Bevilacqua
22 julio, 2015

Debo admitir que no era lo que esperaba…¡fue mejor!

Él es Rob Greenfield. Probablemente lo recuerdes por su travesía en bicicleta  recorriendo diferentes ciudades de EE.UU y alimentándose únicamente de la comida que encontraba en basureros –que por cierto estaba en perfectas condiciones– enseñándonos en esta increíble experiencia, el gran problema de desechos de alimentos al que nos enfrentamos hoy. Pero esta vez la enseñanza que nos trae está basada en su experiencia de 365 días sin ducharse. Pero antes de que saques conclusiones apresuradas, déjame decirte que no, no apesta ni huele a basura descompuesta. El que haya pasado un año sin ducharse, no quiere decir que se haya olvidado por completo de su higiene…

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Rob Greenfield/ Brent Martin

Pero ¿cómo termina un joven común y corriente en una travesía sin ducha como esta? Él explica que todo comenzó cuando “empecé un viaje en bicicleta a lo largo de EE.UU para promover la sustentabilidad y una vida amigable con el medio ambiente y me fijé una serie de reglas para seguir como ejemplo. La regla del agua fue que sólo podía utilizar agua de fuentes naturales como lagos, ríos, agua de lluvia aunque también de llaves de agua que tuviesen filtraciones”. En ese viaje, que duraría 100 días, Rob también mantuvo un registro de la cantidad de agua que utilizaba para otras cosas además de bañarse.

Pasaron los 100 días y Rob pensó que si todo había resultado tan bien durante ese tiempo, entonces ¿por qué no hacerlo durante el año completo? Se fijó una nueva meta, esta vez de seis meses, y a medida que los días pasaban aumentó la fecha límite a un año.

“Así que aquí estoy, un año más tarde, para contarte la historia de mi año sin ducharme”, dice Rob.

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Rob Greenfield/ Brent Martin

“No es que no me haya bañado durante un año, sino que lo hice en lugares como este”, cuenta. 

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Rob Greenfield/ Brent Martin

 

“o cascadas como esta”.

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Rob Greenfield/ Brent Martin

 

“Y utilicé siempre jabón biodegradable cuando lo necesité”, apunta Rob.

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Rob Greenfield/ Brent Martin

 

“Y cuando no encontraba algún cuerpo de agua de fuentes naturales, encontré otros lugares para limpiarme sin tener un impacto en el medio ambiente. Como esta filtración en un grifo”. 

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Rob Greenfield/ Brent Martin

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Rob Greenfield/ Brent Martin

 

“Lo mejor es que nadie creía que tuviese mal olor, así que no me hicieron falta los amigos”. 

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Rob Greenfield/ Brent Martin

 

“Y la hora del baño se convirtió en mi hora favorita. Era un momento para relajarme y conectarme con la naturaleza”. 

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Rob Greenfield/ Brent Martin

 

Después de cumplir un año, Rob Greenfield regresó a casa con grandes aprendizajes. El primero fue que mientras un estadounidense promedio utiliza alrededor de 378,5 litros de agua al día, en su travesía en bicicleta de 365 días él sólo utilizó 7,5 litros de agua diarios (sin contar el agua que utilizaba para bañarse por supuesto). Y lo más importante de todo, es que aprendió a apreciar realmente el agua.

Una vez que terminó su travesía y regresó a casa, los lagos y los ríos ya no estaban al alcance, así que tuvo que adaptarse a la vida en la ciudad. Pero adivina qué… lo hizo a la perfección. Sólo utilizaba entre 37 y 75 litros de agua diarios (de 5 a 10 veces menos del estadounidense promedio) y pasó otros 8 meses sin ducharse en los que logró ahorrar otros 18.927 litros de agua. “Si no tenía ganas de ir a nadar, simplemente me lavaba con un paño y 3 litros de agua. Pero lo más importante es que aprendí que no tengo que dejar de ducharme para siempre, para ser parte de la solución. Hay muchas formas fáciles de ahorrar agua y la mayoría son tan fáciles que todos pueden hacerlo”, señala Rob antes de nombrar una serie de consejos para ahorrar agua como  tirar de la cadena del inodoro menos seguido, tomar duchas más cortas y cortar el agua mientras te enjabonas, hacer cargas de ropa más grandes para disminuir la cantidad de veces que lavas, recolectar el agua de la lluvia para utilizarla luego, por ejemplo, en el jardín o el huerto, etc.

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Rob Greenfield/ Brent Martin

 

A esto sumaría también el reducir tu consumo de carne, si es que comer carne, ya que para producir sólo una hamburguesa se requieren 2.500 litros de agua, y otras medidas para ayudar al medio ambiente.

Así que, ahora que conoces su historia ¿qué te pereció? ¿De qué forma ahorrarías tú en agua?