Él es ciego y su mejor amigo tiene ambos brazos amputados. Juntos han plantado 10.000 árboles

Hace 10 años que esta dupla está ayudando a la Tierra sin pedir nada a cambio. Son un verdadero ejemplo a seguir. 

“Yo soy sus manos. Él es mis ojos”, dice Jia Haixa sobre su amistad con Jia Wenqi, a quien amputaron ambos brazos tras sufrir un accidente a sus 3 años de edad. Haixa perdió la vista de su ojo izquierdo por cataratas congénitas,luego en el año 2000 perdería también la vista de su ojo derecho por un accidente de trabajo dejándolo completamente ciego. Se conocieron en 2001 luego de que ambos pasaran por difíciles momentos al no encontrar trabajo debido a sus discapacidades y hace 10 años ambos amigos se acercaron al gobierno local y arrendaron un terreno de 30,3 m2 junto a la orilla de un río. Desde entonces han trabajado juntos para transformarlo al plantar 1.000 árboles cada año y en una década ya han cumplido con su propósito: llevan más de 10.000 árboles plantados en la villa Yeli justo a las afueras de la ciudad de Shijiazhuang en China.

Al plantar árboles ambos logran conseguir un poco de dinero para vivir y esperan que sus esfuerzos medioambientales beneficien a futuras generaciones no sólo al mejorar la calidad del aire en la región, sino que al aportar un ambiente natural para la fauna y evitar que el área sufra inundaciones. Por suerte, las autoridades les permites vivir sin la necesidad de pagar renta.

Haixia y Wenqi han pasado los últimos 10 años de su vida plantando árboles en la Villa Yeli al soreste de China

Ambos se levantan a las 7 am cada día para comenzar su labor. Cuando llegan al arroyo que necesitan cruzar, Wenqui acarrea a Haixia hasta el otro lado. 

Después de que nadie les diera trabajo, ninguno de ellos quería rendirse. Así que decidieron plantar árboles para ganar un poco de dinero. 

Pese a sus discapacidades, ambos hacen un excelente equipo. 

No tienen dinero para comprar almácigos, pero trabajan con esquejes. El trabajo de Haixa es escalar los árboles para obtener las mejores ramas. 

Luego de plantarlos Wenqui se preocupa de revisarlos y regarlos. 

Su trabajo protege a la villa de una posible inundación. 

“Nos paramos sobre nuestros propios pies”, dice Wenqui. “Los frutos de nuestra labor saben más dulces. Aunque tenemos que abrirnos paso entre el vapor, encontramos paz en nuestros corazones”. 

Pocas veces escuchamos historias tan inspiradoras como las de estos hombres que han sobrellevado todo tipo de dificultades u obstáculos y han salido victoriosos. Pero cada vez que las escuchamos, nos inspiran y en este caso la historia afectó a muchos. Diversas personas se ofrecieron como voluntarios para ayudar a ambos amigos, un hombre se ofreció a pagar una cirugía para que Haixa pudiese recuperar la visión que perdió debido a su enfermedad y otros han donado dinero para sus pensiones para asegurar que siempre haya un buen techo sobre sus cabezas o al menos suficiente para que puedan alimentarse.