Con unas pocas visitas al jardín ya comprobó cómo los “pequeños chef” comenzaban a pedir más espinacas en casa.
Los trucos que utilizan los adultos para que los niños coman verduras son ilimitados. Pero Derek Hersch ha descubierto uno ganador en su Ensalada para Superhéroes, que tiene el poder de persuadir a los niños a comer espinaca. Su investigación, publicada en el Centro de Control de Enfermedades, demuestra que sólo un par de clases de cocina pueden tener un impacto a largo plazo en la alimentación.
Hersch analizó estudios de programas de comida en comedores de escuelas para niños de 5 a 12 años y descubrió que podía hacer que los niños escojan comida saludable. Dijo que los resultados sugerían que estos programas pueden ayudar a los niños a desarrollar hábitos saludables y dada la cantidad de escuelas que los utilizan, él esperaba encontrar grandes beneficios. Sin embargo al parecer no fue el caso. Así que decidió seguir investigando y descubrió lo sorprendentemente sencillo que en realidad es cambiar la manera en que los niños se acercan a las hojas verdes.
“Sólo una breve exposición y contacto mínimo con la cultura culinaria ya tuvo un impacto”, dijo Hersch. Luego de sólo dos sesiones, los niños estaban más dispuestos a probar nuevas frutas y verduras (un logro que se ha observado recién en niños que habían completado un programa de dos años, que levanta cuestionamientos sobre la cantidad de tiempo que necesitan estos niños para ver un cambio).
Antes de realizar esta investigación, Hersch fue voluntario en el programa para Food Explorers de Minneapolis Heart Institute Foundation, donde a niños preescolares se les presentó la llamada Ensalada de Superhéroe, kebabs de fruta, y la encantadora ceremonia de usar el gorro de chef en la sala de clase. Los Food Explorers (algo así como Exploradores Culinarios) han tratado de llevar la educación fuera de las aulas de Twin Cities al reunir e integrar a apoderados voluntarios así como al staff de cocina de las escuelas. Cheryl Rosa, gerente del servicio alimentario incluyó jicama (nabo mexicano) y espinaca en el comedor escolar luego de que los vegetales fueran introducidos en el programa de los Food Explorers. “Si comenzamos con nuestros niños desde pequeños, al llegar a la adolescencia no dirán “puaj!”, dijo Rosa al periódico Star-tribune.
Conociendo los dos lados de este trabajo, Hersch explicó que la investigación fue dirigida con el fin de identificar las mejores prácticas que pudiesen convertirse en un modelo a seguir en lugares como en Food Explorers. “Realmente queremos establecer esta evidencia como base para convencer de que estos tipos de programas son efectivos, y con tal evidencia esperamos conducir algunos cambios en las políticas de educación culinaria en las escuelas en el país”, indicó. “¿Cómo podemos diseñar un programa que utiliza recursos mínimos y que pueden ser envasados y transmitidos? De esa manera las escuelas (independiente de sus vecindarios y recursos) podrán implementar tal programa. Es lo que los programas de salud pública quieren lograr: aumentar el acceso a estos programas para que lleguen a todos”.
Las últimas cifras disponibles de CDC muestran un porcentaje promedio de 18% de obesidad infantil en niños de 6 a 11 años en EE.UU (más del doble de lo que fue en 1980). El aumento del porcentaje de obesidad infantil se atribuye en parte a la poca cantidad de comidas preparadas e ingeridas en casa. Hersch cree que el cultivo en los jardines de las escuelas puede ser otro método para reforzar el interés en los niños. “Es una dirección en la que en verdad debemos mirar: ¿Debieran las escuelas jugar un papel en estos programas de cocina?”, indicó. Un estudio que Hersch examinó incluía una huerta escolar, pero el estudio no pudo determinar si era la huerta o el programa de cocina el que había influido en los cambios positivos que tuvieron los estudiantes.
“Todos estamos buscando la mejor manera de lograr que todos coman más sano”, dijo Hersch. “Los programas de cocina realmente lo logran al cautivar a los niños mientras ellos desarrollan algunos de estos hábitos. Al pasar por la escuela, reforzar estos valores de manera que cuando sean grandes tengan estas habilidades y estos valores incorporados en sus conciencias. Están plantando la semilla”.
Pero quizás dos programas cuya efectividad está comprobada sean más exitosos si se implementan conjuntamente. Múltiples estudios comprueban que los programas de jardinería escolar llevan a los niños a comer una cantidad significativamente mayor de frutas y verduras, teniendo una mejor salud y disfrutando más de los vegetales. Así que combinándolos con cursos de cocina con los niños, los resultados podrían ser aún mejores.
Sea cual sea el éxito que se tenga en la escuela, los expertos concuerdan en que la cocina debe continuar en la casa. Un nuevo estudio publicado por Public Health Nutrition prueba lo que muchos hemos sospechado: que el cocinar en casa incrementa una buena salud. Hersch prueba el éxito que ha tenido de manera muy simple: el tiene un listado en su escritorio por cada apoderado cuyo hijo/a ahora pide espinacas, el ingrediente secreto de la Ensalada para Superhéroes.
Visto en: Take Part