Por Catalina Vásquez
23 enero, 2015

Los investigadores que estudian chimpancés silvestres han descubierto que nuestros parientes vivos más cercanos comparten entre ellos información sobre los diferentes tipos de comida y el tamaño de los árboles frutales.

Los llamados más agudos son reservados para sus frutas favoritas, de acuerdo a un nuevo estudio publicado en Animal Behaviour.

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Estudios anteriores sobre la comunicación de los simios, tanto de gestos como vocal, se había realizado en su mayoría con animales en cautiverio, un contexto socioecológico que dista mucho de la vida silvestre. Para estudiar cómo se comunican los chimpancés naturalmente, un equipo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, liderado por Ammie Kalan, grabó los llamados de nueve adultos que viven en el bosque Taï en Costa de Marfil, en África occidental. Se enfocaron en los llamados de comida, los cuales sólo se producen en los contextos en que se está buscando alimento, recopilando así, información invaluable sobre las especies, tamaños de los árboles y la cantidad de frutas.

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El equipo analizó 379 sonidos producidos por los chimpancés acerca de cinco especies diferentes de alimento y descubrieron que las conversaciones sobre comida consisten en vocalizaciones con distintos rangos acústicos dependiendo el contexto. Los monos modificaron el tono según la fruta. En particular, produjeron llamados con una frecuencia máxima y más dominante en el caso de una muy valorada fruta denominada Nauclea diderichi. “Yo nunca he probado estas frutas, pero sí que huelen muy bien en el bosque”, comentó Kalan a Discovery News. “Asimismo son bastante grandes y fáciles de ingerir, y también sabemos que poseen un alto contenido energético, lo cual es importante para los animales silvestres”.

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Por otro lado, los sonidos que realizan para comunicar sobre la fruta Nauclea también son impulsados por el tamaño del árbol: Árboles más pequeños provocaron llamados con tonos más altos. Y los chimpancés que estaban más cerca prestaron más atención a llamados cuyos tonos eran más graves, lo cual asocian con áreas de comida más extensas. “Estos eventos en general atrajeron a individuos que se encontraban más lejos para que se unieran al evento alimenticio”, agregó Kalan.

Christophe Boesch, coautor del estudio del Instituto Max Planck añade: “El estudio destaca la contribución que muchas veces se descuida del papel que juega la complejidad ecológica como una de las fuerzas impulsoras de la comunicación vocal animal modulada y, potencialmente, del advenimiento del lenguaje en nuestra ascendencia homínida”.

Visto en: IFL Science

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