Un acto de valentía y un poco de locura capaz de salvar el día.
En una zona residencial en Alligator Point, Florida, una visita muy especial generó polémica desde el segundo en que se le vio. Se trataba de un oso negro adulto (Ursus americanus), que por temas de seguridad, debía ser atrapado y alejado de la población. Así, los funcionarios de medio ambiente, decidieron ponerlo a dormir con un dardo tranquilizante, para luego trasladarlo sin problemas al bosque. La operación, avanzaba de manera exitosa hasta el momento en que le dispararon con excelente precisión. Justo hasta ese momento, ya que el proyectil hizo que el oso entrara en pánico y saliera corriendo, hacia el lugar menos esperado. El mar.
Becky Bickerstaff
El enorme animal, ya bajo los efectos del sedante, comenzó a adentrarse cada vez más profundo en las aguas del Golfo de México. Y para cuando le quedaba sólo la cabeza fuera, el biólogo de la Comisión por la Conservación de Pesca y Vida Salvaje, Adam Warwick, quién estuvo presente en todo el proceso de sedarlo, comprendió, tenía que hacer algo al respecto para ayudarlo. Y vaya que manera más heroica de hacerlo.
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El hombre, sin dejar de pensar en los 180 kilos que componen el oso, las filosas garras y dientes, o el hecho de que un golpe de su brazo es capaz de matarnos, se tiro al agua en un estado adrenalínico, y en unos segundos estaba a su lado. Agarró la piel del cuello con una mano y puso la otra por debajo de su cabeza para que pudiese respirar. Lo arrastró por casi 25 metros hasta la orilla, sin ceder en ningún instante a pesar del cansancio y temor hacia el animal.
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Una operación de rescate que dejó a todos los espectadores conteniendo la respiración hasta el mismo segundo en que terminó, y con resultados muy exitosos. El oso fue subido a una grúa y llevado a un Parque Nacional para continuar su vida en la naturaleza, donde no significa un peligro para la población.