Por Romina Bevilacqua
18 junio, 2015

Simplemente increíble…

Esta es una de aquellas historias que probablemente no escucharás dos veces y que seguramente no olvidarás nunca. Ryan vive en la bahía de Hudson Bay donde tiene 120 perros esquimales a los que adora. Deja a sus perros cerca del mar en un lugar aislado que los provee de cobijo “el mejor lugar para dejar a los perros esquimales”, según él mismo dice.

Pero un día en 1992 ocurrió lo que siempre había temido. 

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Un oso polar entró a su terreno y se dirigió directamente hacia sus perros que llevaban collares y cadenas para que no escaparan.

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Mientras miraba por la ventana no pudo mover ningún músculo, estaba paralizado.

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En su mente pensaba en todas aquellas veces en las que cuando los osos polares en busca de alimento se enfrentaban a perros, los osos ganaban la batalla. Siempre. 

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Cuando creía que ya todo estaba perdido, ocurrió algo inimaginable…

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El oso polar comenzó a jugar con sus perros.

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Puedes imaginar la sorpresa de Ryan cuando los vio jugueteando como cachorros.

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Y lo más impresionante es que el oso hizo de esta visita a sus amigos un ritual. Volvió año tras año justo antes de que el mar comenzara a congelarse.