Cuando la basura comenzó a invadir esta hermosa isla una mujer cambió su destino

La conocen como Mama Piru y lleva 15 años protegiendo a Isla de Pascua de los desechos que llegan del resto del mundo. 

Al pensar en Isla de Pascua, ubicada en la Polinesia en medio del océano Pacífico, lo primero que se viene a la cabeza son sus icónicos moais, sus hermosas playas y su singular cultura pascuense. Sin embargo detrás de este paraíso se esconde un grave problema que con los años ha empeorado considerablemente: la basura. Las corrientes oceánicas arrastran a sus costas todo tipo de desechos que han viajado por días meses o años por el mar y que incluyen plásticos, redes de pesca, boyas, vidrios o plumavit. El aumento del turismo en la isla también ha contribuido a que se acumule mucha más basura. Pero esto no siempre fue así.

Yo nací sin basura y quiero vivir sin basura”, señala Mama Piru, la mujer que hace 15 años se propuso limpiar la isla y hasta el día de hoy ha cumplido su promesa recolectando voluntariamente los desechos que llegan desde todas partes del mundo. Ella junto a su marido francés, Francisco, al que conocen en la isla como Koro Tutuma –debido a su “fuerza” en la espalda–, recogen 2 toneladas mensuales de basura mientras recorren los recovecos de Isla de Pascua, también conocida como Rapa Nui.

Mama Piru dice que no puede renunciar a su promesa con el medio ambiente ya que si ella no lo hace “no lo hace nadie” y su poderoso compromiso y ayuda la llevaron a convertirse hace 3 años en la encargada del plan municipal de reciclaje en la isla. Mama Piru y su esposo ya se han convertido en emblemas del cuidado medioambiental en la zona. Ella lidera un grupo que la ayuda a recolectar todo lo que pueden y luego lo clasifican para reciclar lo posible. Luego el aluminio, plástico y vidrio es compactado y enviado en avión al continente para ser reciclados, sin embargo muchos otros simplemente tienen que ser trasladados al basural.

“A veces siento mucho frustración, pero más que frustración, rabia”, dice mientras recoge plásticos muy cerca de uno de los monumentos más emblemáticos de la isla, el Ahu Tongariki –la famosa plataforma ceremonial que reúne 15 gigantescos moais–. “Nosotros vivimos en el agua, igual que los peces” dice, y eso es lo mismo que les enseña a los niños de la isla, para que aprendan a respetar su entorno y cuidarlo. La bióloga marina Paloma Núñez también ha dicho quelas islas son ecosistemas frágiles y expuestos, y funcionan como indicadores de la salud del océano. Toda la basura deja una huella ecológica”, refiriéndose al daño que estos desechos ocasionan al medio ambiente y la vida marina en su camino.