Esos ojos amarillos son un misterio de la naturaleza que ningún fotógrafo podría dejar de capturar.
Los búhos y las lechuzas nos han fascinado por milenios. Han sido los personajes de muchas de nuestras historias, mitos e incluso figuras sagradas, a las que griegos y egipcios de la antigüedad, les prendían velas y les rezaban por horas. Prácticamente son un espectáculo en todas las regiones del mundo donde se encuentran, debido a su intensa mirada que te cala los huesos y te lee el pensamiento. Y que además, los ha transformado en sabios, los protectores de los muertos o los guardianes del inframundo.
El primer encuentro del fotógrafo Brad Wilson con los búhos fue nada parecido a místico o etéreo. El estaba de visita en el santuario de vida salvaje cerca de su casa en Nuevo México un día de verano, cuando vio varias de estas peculiares aves. Como se trata de un artista visual, quedó impactado con su peculiar belleza, las coloridas plumas y sus enormes ojos, y supo, debía transformarlas en su nuevo proyecto.
Sacó los permisos para hacer una sesión de fotos y montó un estudio. Le llevarían las aves una por una, para que las pudiese capturar con tranquilidad. Cuando entró la primera, Wilson se encontró de inmediato con su mirada. Dice que el momento fue absolutamente poderoso y lleno de intimidad, ya que los dos seres se conectaron como si se entendiesen. Sin embargo, en el segundo que encontró el encuadre perfecto, su amigo plumífero, decidió girar la cabeza en 270º para dejarlo con nada. Luego descubrió que así sería la mayor parte de la sesión, ya que los búhos preferían mirar el fondo negro antes que a las luces y la cámara.
Ve la atractiva sesión de fotos que consiguió tras horas de mucha paciencia, el fotógrafo Brad Wilson:
El lechuzón de anteojos
El Tecolote occidental
El autillo yanqui
La lechuza común
El búho real
El mochuelo de madriguera
El búho chico
Glaucidium gnoma (una especie de búho pequeño)
Autillo flamulado o tecolote flameado
El cárabo común
El búho cornudo
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