Por Romina Bevilacqua
3 enero, 2015

El primer ministro de Bután ha estado muy ocupado haciendo pruebas de manejo de vehículos a través de su montañoso país. ¿Por qué? Los butaneses están apuntando a convertir todos los vehículos del gobierno, y los taxis, en autos eléctricos, suministrados por compañías como Nissan, Tesla y Mahindra & Mahindra. A comienzos de este año, establecieron planes con Nissan para proveer un par de cientos de Nissan Leafs al reino del Himalaya. 

Es un paso natural para un país cuya política medio ambiental ha capturado la atención global. Los estándares ambientales progresivos de Bután son tan impresionantes, que se están convirtiendo en puntos de discusión en eventos de cambios de clima y medio ambiente. La revista National Geographic celebró a Bután el último mes, un país destacado por primera vez en la revista hace 100 años atrás. En ese entonces el oficial de gobierno británico e ingeniero civil, John Claude White, escribió acerca de este país en la edición de abril de 1914, sobre el cuál National Geographic decía que había “quitado el velo de una misteriosa isla escondida entre las montañas más altas del mundo”. Esa misteriosa tierra se ha puesto menos exótica a lo largo de los años; la familia real butanesa abrió las puertas a los visitantes en 1974 e introdujo a sus habitantes a la televisión en 1999. El desarrollo urbano que ha seguido, tiene al gobierno butanés pensando más profundamente acerca de su huella medio ambiental.

HaaValley

Bután es una rareza, y su preservación ambiental está introducida en su constitución: esta dice que el 60% de sus bosques deben ser preservados, por ley. En 1977, la fundación World Wildlife trabajó con el departamento forestal de Bután para proteger la naturaleza, guiando a la país en cómo entrenar a guardabosques, establecer puestos de control, construir caminos para patrullar, y marcar las tierras para preservación para así diferenciarlas del resto del terreno. Dos décadas después, el gobierno prohibió la exportación de madera por completo. Recolectar madera seca es un proceso regulado y requiere de aprobación. El primer ministro Tobgay explicó al Banco de Desarrollo Asiático que la electricidad producida por sus estaciones de poder hidráulico —el poder hidráulico es la mayor fuente de ingresos del país fuera del turismo— está minimizando la necesidad de madera, y consecuentemente, manteniendo los bosques del país intactos.

En el frente de agricultura, los oficiales butaneses anunciaron en el 2012 que se volverían completamente orgánicos. Dado que muchos granjeros no pueden pagar pesticidas y fertilizantes hechos con químicos, mucha de su agricultura ya podría ser clasificada como orgánica y completamente natural. El desafío, más que nada, es construir un marco regulatorio en el país que pueda certificar todas sus granjas como orgánicas. Claro que Bután tampoco se ha olvidado de las pequeñas cosas: también está trabajando para hacer que las bolsas plásticas sean ilegales.

Visto en: Take Part

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