Mientras la temperatura del océano sube y sus aguas se vuelven más ácidas estos expertos hacen lo imposible por salvar a los corales.
Temprano, una mañana de diciembre, Chris Langdon, oceanógrafo biológico en la Universidad de Miami, se cerró su traje de neopreno y se lanzó en Key Largo para inspeccionar parte del debilitado arrecife de coral de Florida. Su ‘laboratorio’ vivo, a casi 5 metros de profundidad, tiene el tamaño de varias canchas de fútbol. El verano pasado, un evento blanqueador hizo que gran parte del coral se volviese blanco.
El blanqueamiento ocurre cuando las temperaturas de las aguas suben o bajan. Incluso una pequeña fluctuación puede generar este fenómeno. El resultado es dramático y usualmente fatal. Los pólipos de coral expelen su fuente de comida: el alga que vive dentro del coral y el responsable de causar la pigmentación. Sin el alimento, los corales se vuelven blancos y eventualmente mueren.
Este chapuzón matutino de Langdon es parte de su trabajo continuo para comprender los efectos del cambio climático en los océanos, tales como el aumento de las temperaturas del agua y el aumento en los niveles de ácido. Se ha centrado en los arrecifes de coral debido a su rol central a la hora de alimentar a la población mundial.
Los arrecifes, conocidos como las selvas tropicales de los mares, ocupan un décimo del 1% del suelo marino, sin embargo son el hábitat de un 25% de la población mundial de peces. Con el mundo siendo tan dependiente de los océanos a la hora de conseguir alimentos y recursos naturales, Langdon quiere comprender como la vida marina podría adaptarse a un cambiante medio ambiente.
“Cuando le hablas a las personas del cambio climático, primero lo niegan todo”, comenta. “Una vez que los convences, la gente usualmente pasa al derrotismo. Van de la negación a esta visión negativa sin detenerse en la posibilidad de solucionar el problema. Los humanos son por naturaleza resolvedores de problemas. Se ve oscuro, pero el futuro no tiene por qué ser así. Mi pregunta es, ¿Cuál puede ser el futuro para los arrecifes de coral?”.
Chris Langdon de la Facultad de Ciencia Atmosférica y Marina de la Universidad de Miami observa un tanque de coral que ha estado monitoreando para ver qué tan bien se pueden recuperar en aguas con distintos pH y temperaturas.
Una introducción a la biología de los arrecifes
Los arrecifes de coral se componen de colonias de millones de pequeños pólipos de coral que contienen organismos parecidos a las algas dentro de sí, llamados zooxantheallae. Los corales y estas criaturas son dependientes entre sí. El coral entrega un refugio seguro para el alga mientras que el alga aporta con nutrientes esenciales.
Los arrecifes crecen en aguas tropicales. El arrecife más grande de Australia es el Gran Arrecife de Coral, el cual se extiende por más de 1.200 millas a través de las costas de Queensland. El arrecife de Florida, el único arrecife de Estados Unidos, es modesto en comparación, sin embargo su impacto en la economía local es significativo. Se extiende por 300 millas náuticas desde el norte de Palm Beach hasta Dry Tortugas bajo Key West y genera ganancias anuales de $6.3 mil millones de dólares gracias al turismo.
Durante los últimos 40 años, las noticias sobre los arrecifes de corales han sido generalmente malas. Los desechos de la agricultura, la sobre pesca, el desarrollo de las costas y el aumento de los turistas han dañado los hábitats y disminuido la habilidad de los corales para sobrevivir.
Debido al cambio climático, las temperaturas de la superficie del océano han sido más altas en las últimas tres décadas que en cualquier otro momento, desde la época en que se comenzó a tener registros de las temperaturas en 1880.
Combatiendo las amenazas de los corales
A medida que el dióxido de carbono se acumula en la atmósfera, los océanos a nivel mundial, los cuales cubren 70% del mundo, lo absorben como si fueran una esponja. Una vez que se encuentra en el mar, el dióxido de carbono reacciona con el agua, aumentando la acidez del océano y poniendo en peligro la habilidad de los corales y de otras criaturas marinas, como las ostras, para formar sus caparazones y esqueletos. Durante septiembre pasado, la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica dio a conocer un listado de 20 nuevas especies de corales que se encuentran en peligro de extinción, incluyendo 15 del Indo-Pacífico y 2 del Caribe. (Otras dos especies ya se encontraban en la lista desde antes.) Los corales cuerno de ciervo y el de cuervo de alce, dos de los corales que forman los arrecifes más comunes y resistentes entre los corales del Caribe, entraron a la lista de los corales en peligro de extinción durante 2006.
Los esfuerzos realizados para revertir el deterioro han tenido un poco de éxito. El arrecife que rodea a Bermuda se recuperó luego de que se impusiera una ley de prohibición de pesca del pez loro durante 1990, algo que ayuda mucho a los arrecifes debido a que este pez se alimenta de algas marinas que de otra forma crecerían de más y sofocarían los corales.
La Fundación de Restauración de Corales, un grupo sin fines de lucro fundado por el conservacionista Ken Nedimyer y que tiene su sede en Key Largo, cría corales y luego los trasplanta al arrecife de Florida. Al mismo tiempo, el Laboratorio de Investigación Tropical de Mote se encuentra buscando formas de hacer crecer corales más rápido y de mayor tamaño.
Sin embargo, el acelerado avance del cambio climático podría sobrepasar los intentos para reparar el daño. La velocidad con la que las aguas se calientan y se acidifican es mucho mayor en el presente que en cualquier otro punto de la historia, comenta Langdon. Eso significa que los corales podrían tener problemas, ya que necesitan usualmente 15 años para alcanzar la madurez sexual y se reproducen sólo una vez al año. Durante 2005, según un estudio de la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica, la mitad de los corales del Caribe murieron luego de que las aguas aumentaran la temperatura y causaran un blanqueamiento masivo. Mientras las temperaturas de los océanos continúen aumentando, dichos eventos comenzarán a ocurrir con mayor frecuencia.
“Los corales han existido por 200 millones de años”, comenta Langdon. “Han sobrevivido grandes eventos de extinción. Sin embargo, el evento que precipitó la última extinción sucedió con una lentitud 100 veces mayor que lo que estamos experimentando ahora“.
Para el final de este siglo, la acidez de los océanos podría incrementarse hasta en un 250%, comenta Langdon. “Cada año es mayor que el año anterior, porque crece de forma exponencial”, comenta. “Sospechamos que el rango de adaptación de los corales al cambio climático debe ser uno de los más lentos de las especies. Es una razón para preocuparnos el hecho de que no sean capaces de sobrevivir el cambio climático”.
Por su parte el trabajo de Langdon, que ha estudiado cómo influye la alta concentración de dióxido en los corales, ha entregado resultados esperanzadores. Lo que descubrió fue que dichos niveles disminuían la habilidad de los corales para calcificarse y crecer. “Lo que sucedió es que se generó un nuevo campo de investigación una vez que pude convencer a las personas que pequeños cambios en pH realmente afectaban su habilidad para calcificarse,” cuenta.
Durante 2004, Langdon se fue a la Universidad de Miami a la Facultad de Ciencia Atmosférica y Marinas, lugar donde los corales de Florida entregan mejores oportunidades para la investigación. En su buceo de diciembre, Langdon fue acompañado por varios estudiantes de posgrado, quienes usaban estacas numeradas para marcar los corales que debían ser monitoreados y tomaban pequeñas muestras. De vuelta en el laboratorio de Miami, las muestras de coral fueron puestas en tanques de diversos grados, donde eran alimentadas, pesadas semanalmente y monitoreadas para ver si presentaban signos de recuperación.
Pronto Langdon y su estudiante de doctorado Erica Towle publicarán nuevos resultados que muestran cómo los corales se adaptan, sobreviven y crecen a pesar de la creciente acidificación de los océanos, siempre y cuando los pólipos puedan alimentarse. Otros estudios se habían centrado principalmente en las algas que viven dentro de los pólipos de los corales mientras que Langdon y Towle se dedicaron a estudiar el pólipo en sí mismo. “Hemos descubierto que las especies en peligro de extinción se adaptan”, comentó Towle. “Hay un poco de esperanza al ver que esta especie, si tiene alimento natural en abundancia, puede seguir creciendo”.
Visto en: National Geographic