Hace unos años los investigadores que trabajan con las ballenas francas australes reproducidas en Argentina, revelaron que los gigantescos cetáceos estaban siendo brutalmente atacados por gaviotas. Cuando las ballenas salen a la superficie para respirar, los pájaros oportunistas se lanzan directamente hacia sus espaldas para arrancarles la piel y para alimentarse de su grasa. No parece que este acto mate a las ballenas, pero las desagradables lesiones de repetidos ataques pueden llegar a ser de hasta 10 centímetros de profundidad y un metro y medio de largo. Ahora un equipo que ha estudiado estas interacciones durante las últimas tres décadas, ha descubierto que una respuesta de precaución se está extendiendo entre las ballenas: respiran sólo con la cabeza fuera del agua para evitar los voraces ataques de las gaviotas.
Entre junio y diciembre miles de ballenas francas australes (Eubalaena australis) se reúnen para aparearse y parir en las aguas que rodean la península de Valdés, en Chubut, Argentina. En este mismo lugar es donde están siendo atacadas por las “gaviotas cocineras” (Larus dominicanus) y los ataques han aumentado rápidamente desde que se documentaron por primera vez en 1972. Alrededor del 77% de las ballenas de la zona, llevan heridas infligidas por gaviotas y el dolor causado por este acto ha sido un gran impulso para el aprendizaje rápido de una conducta para evitarlas. Desde entonces las ballenas han desarrollado una técnica llamada “respiración oblicua”. Esta se da cuando se ponen en un ángulo de 45 grados para que sólo esté expuesta su cabeza hasta su espiráculo, explica National Geographic. También toman respiraciones cortas pero fuertes, antes de sumergirse de nuevo rápidamente.
Para documentar el surgimiento y la propagación de esta táctica, un trío de investigadores del Centro Nacional Patagónico liderado por Ana Fazio, estudiaron la respiración oblicua en dos áreas del Golfo Nuevo y alrededor de la península durante la época de reproducción de las ballenas en 2010, 2012 y 2013. Estas regiones tienen un alto número de ataques de gaviotas y el equipo de Fazio ha demostrado previamente que las aves se dirigen a parejas de madre y cría, las cuales representan el 80% de los ataques.
El equipo encontró que todas las ballenas francas sin importar la edad ni el sexo, pueden respirar de forma oblicua y este comportamiento se está convirtiendo en algo cada vez más común. Según National Geographic en el año 2010, el 3% de las ballenas estaban usando la técnica y en el año 2013 el 70%. La aparición de este comportamiento se desarrolló en tres etapas: la de origen, la de propagación y finalmente la de establecimiento. Durante la etapa de propagación, el comportamiento se daba sólo durante los ataques de gaviotas, pero en la fase de establecimiento, las ballenas realizaban la respiración oblicua de manera preventiva, incluso cuando no estaban siendo atacadas.
Por desgracia, la respiración oblicua requiere de gastos de energía adicionales, que están probablemente dañando la salud de las ballenas, especialmente en los recién nacidos. Sin embargo, el aumento de la prevalencia de este comportamiento sugiere que por ahora es una estrategia útil para evitar el acoso de las gaviotas.
Visto en: Iflscience, National Geographic