Por Gustavo Aldunate
31 agosto, 2014

Por miles de años, los árboles de palmeras datileras de Judea eran uno de los escenarios más reconocidos y acogedores para las personas viviendo en el medio oriente – ampliamente cultivado en toda la región por su dulce fruto, y por la fresca sombra que ofrecen ante el sol abrasador del desierto.

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Palmas del la zona

Desde su fundación, hace unos 3.000 años atrás, los árboles se convirtieron en un cultivo básico en el reino de Judea, incluso obteniendo varias menciones en el Antiguo Testamento. Las palmeras de Judea vendrían a servir como uno de los símbolos principales de la buena fortuna del reino; el rey David llamó a su hija, Tamara, por el nombre de la planta en Hebreo.

Para cuando el imperio romano intentó usurpar el control del reino en el años 70 AD, amplios bosques de estos árboles florecieron como cultivo básico para la economía Judea — un hecho que los hizo una fuente principal para que el ejército invasor destruyera. Tristemente, alrededor del año 500 AD, las palmera que alguna vez habían sido abundantes, habían sido completamente destruidas, llevadas a la extinción por el bien de la conquista.

En los siglos que siguieron, el conocimiento de primera mano sobre el árbol pasó de memoria a leyenda. Hasta hace poco.  

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Palmera datilera de Judea – considerada extinta

Durante excavaciones en el sitio del palacio de Herodes el Grande en Israel en los comienzos de los  1960`s, los arqueólogos desenterraron una pequeña pila de semillas almacenados en una vasija de barro hace 2,000 años atrás. Durante las siguientes cuatro décadas, las antiguas semillas se guardaron en un cajón en la universidad de Tel Aviv’s Bar-Ilan. Pero luego en el 2005, la investigadora de botánica, Elaine Solowey, decidió plantar una y ver si algo florecería.

“Asumí que el contenido de la semilla no sería bueno después de todo este tiempo. ¿Cómo podría serlo?” dijo Solowey. Pronto se demostró que estaba equivocada.

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Dra. Elaine Solowey

Sorprendentemente, la semilla multi-milenaria  efectivamente brotó– produciendo un árbol joven que nadie había visto en siglos, convirtiéndose en la semilla de árbol más antigua en germinar.

Hoy, el tesoro arqueológico viviente continúa creciendo y prosperando. El 2011, hasta produjo su primera flor — un signo alentador de que el antiguo sobreviviente estaba ansioso por reproducirse. Se ha propuesto que el árbol sea cruzado con un tipo de palmera estrechamente relacionado, pero probablemente tomará años para que comience a producir alguna de sus famosas frutas. Mientras tanto, Solowey está trabajando en revivir otros árboles antiguos.

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