Por Romina Bevilacqua
8 diciembre, 2014

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*Este artículo fue escrito originalmente por Amanda Walkins desde la isla Roatán en Honduras, para el Huffington Post.

Uno aprende algo todos los días…o al menos así debería ser. La vida está llena de experiencias diarias, ya sean buenas o malas, que nos cambian y nos afectan de una u otra manera. Vivir en una isla del Caribe durante dos años me ha enseñado muchas cosas increíblemente valiosas que quizás no podría haber aprendido si hubiera vivido en los suburbios de mi ciudad. En caso de que en la actualidad no estés peregrinando por alguna playa tropical soleada como yo, permíteme por favor compartir lo que he aprendido recientemente.

Enseñanza #1

La electricidad está sobrevalorada. La idea de no tener electricidad por algunas horas o días me habría probablemente matado antes de vivir aquí. Ahora que he experimentado un par de temporadas lluviosas, cuando los cortes eléctricos son más que comunes y frecuentes, te puedo decir por experiencia propia que vivir sin electricidad por un periodo largo de tiempo no te va a matar. Sí, tengo todos mis aparatos electrónicos conmigo: mi laptop, iPhone, Kindle, etc.

No vivo totalmente desconectada. Entonces cuando se corta la energía y no tengo internet u otros medios de “entretención”, de repente recuerdo lo que significa respirar. Y relajarse. Y no oír nada más que las olas y el viento. Y me acuerdo que el mundo sigue girando sin importar lo que haga a cada hora. Los cortes eléctricos son excelentes oportunidades para desconectarse y reflexionar. ¿Sabes qué más ocurre cuando se corta la electricidad? Conversas. Realmente dejas tu teléfono a un lado y caminas hacia la persona que está al lado tuyo. Sin distracciones. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste esto con regularidad? Es una vuelta a la realidad.


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La vista en Roatán, Honduras.

Enseñanza #2

Los Rolling Stones estaban en lo cierto. No siempre puedes obtener lo que quieres, pero si a veces lo intentas, podrías encontrar lo que necesitas”. A veces vas al supermercado y no hay pollo, o pan, o leche, o tomates…o lo que sea que quieras comprar. A veces simplemente no puedes encontrar esa parte que te falta para poder arreglar el dispositivo que te está fallando. O aquella ampolleta especifica que necesitas para tu lámpara favorita. No siempre puedes encontrar lo que quieres en una isla, pero puedes encontrar las cosas que necesitas. ¡Y te puedes volver súper creativo en el proceso! Uno de los pasatiempos más populares acá es crear nuevos brebajes culinarios o comidas de rápida preparación. ¡Buen provecho!


Enseñanza #3

No lo necesitas. Aun cuando te acabo de decir que debes obtener lo que necesitas, la definición de “necesidad” ha cambiado para muchas personas. Generalmente decimos que necesitamos cosas cuando realmente esas cosas son superfluas. Las “necesidades” y las cosas que “queremos” son cosas totalmente diferentes, pero generalmente se encuentran mezcladas y nos confunden. Realmente no necesitas comprarte ropa nueva. Quizás quieres tener prendas nuevas, pero a menos que tus ropas actuales estén literalmente deshilachándose, entonces no necesitas ropa nueva.

Es normal mancharse la ropa o que tu ropa tenga hoyos. También es normal ponerse la misma prenda muchas veces a la semana. No es un signo de condena inminente. Cuando te encuentras en un lugar donde no te inundan constantemente con comerciales que te dicen que algo te falta, tiendes a no darte cuenta lo que tú o la otra persona se puso de ropa. Tampoco te fijas en el tipo de teléfono que tienen o si tienen o no auto. Aun cuando puedo sólo hablar en nombre de la comunidad de expatriados en mi isla pasajera, les puedo decir que nos importa un carajo. Nos hemos acostumbrado a saber que quizás no vayamos a encontrar lo que queremos. Sin embargo sabemos que quizás no necesitamos eso que estábamos buscando. Saber eso es algo increíblemente liberador.

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Enseñanza #4

La comida de la estación es siempre lo mejor. Solía vivir en Washington DC donde los mercados de granjeros eran la norma. Igualmente tenía todo tipo de alimentos a mi alcance. En una isla donde los cargamentos no siempre llegan, es mejor confiar lo más posible en lo que se encuentre disponible a nivel local. Comer la comida de la temporada es más sano, más barato y mucho más emocionante. Los sabores son más vibrantes y las frutas son más jugosas. Nada se compara a poder recoger castañas de cajú de un árbol para chupar todo su jugoso néctar. Nada se compara a comer colas de langosta fresca extraída del mar ese mismo día. La anticipación se palpa a medida que la temporada de nuevas frutas se acerca y llegan también las diferentes temporadas de pesca. Cuando manejas tu auto por la isla a comienzos de la primavera, puedes bajar las ventanas de tu auto para llenarlo con el olor de las flores del mango. Llenará tus pulmones de alegría. Ten la libertad de dejar tu auto al lado de la carretera y sacar un mango de los árboles que están ahí mismo. Nadie te demandará, lo prometo.


Enseñanza #5

El tiempo es un concepto, no un dictador. “El tiempo de isla” es un tiempo real pero que no debiera enfocarse solamente en islas. Nos encanta mirar a los turistas adaptarse al tiempo de relajación en la/s semana/s que tienen para estar acá. Puedes ver un real cambio en las personas a medida que se sacan los relojes, dejan el teléfono en la habitación del hotel y se olvidan de dónde “tienen que estar” o dónde “debieran estar”. Programar cada minuto del día te hace cuestionarte dónde fueron a parar los años que has vivido. El Sol no vive en relación al reloj y tú tampoco necesitas vivir así. Darse cuenta de eso puede cambiar tu vida por completo.


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Enseñanza #6

Como lo escribió Karen Blixen (con el seudónimo de Isak Dinesen): “conozco la cura para todo. El agua salada, de una forma u otra. El sudor, las lágrimas, o el agua salada”. No existe nada que alguna de esas cosas no pueda arreglar. Respirar el aire de una brisa marina es refrescante para el alma y te recuerda que estás vivo. Luego de respirar el aire de la ciudad por tantos años, creo que estoy recuperando el tiempo perdido en mi vida en la playa donde vivo. Las cualidades curativas de la naturaleza no se pueden sobrevalorar.


Enseñanza #7

Nadie nunca ha dicho: “Realmente me arrepiento del tiempo que pasé relajándome en la playa”…Excepto las personas que se quemaron de mala manera. Sin embargo, aún en ese caso, podrían decir “realmente me arrepiento de haber sido tan flojo o floja y no haberme puesto bloqueador solar”. Simplemente digo: ¡estamos en el trópico! Si tu piel blanca no ha visto la luz del día por tanto tiempo, cúbrela antes de que te confundamos con una jaiba, en cuyo caso, deberías leer la enseñanza 4 de nuevo y cruzar los dedos para que no sea temporada de jaiba.

Nadie se arrepiente del tiempo que pasaron disfrutando la vida, o el tiempo que pasaron sin estar apurados y sin mochilas gigantes de preocupaciones en la espalda. Vuelve a leer las enseñanzas que he escrito aquí. Desconéctate para volver a conectarte con las personas. Intenta entender la dicotomía entre las necesidades y lo que queremos tener. El mundo seguirá dando vueltas. Lo que hagas con tu tiempo acá en la Tierra no cambiará tu destino. No puedes hacer el mundo girar ni más rápido ni más lento, por lo que lo único que te queda es disfrutar de la vida. Por mi parte, estoy disfrutando de la mía en una silla de playa mirando el mar. Y no me arrepiento de ello.

Visto en: Huffington Post