Tal vez sólo hayas ido a un zoológico en un paseo de la escuela, o quizás sea uno de tus lugares favoritos, en cualquier caso, los zoológicos son un destino muy popular en el mundo. Sólo en EEUU hay 224 zoológicos acreditados por la Asociación de Zoológicos y Acuarios (AZA).
Como accesorios prominentes de la vida americana, los zoológicos también son objetos importantes de crítica y especulación debido a los dilemas morales y éticos percibidos por mantener a los animales en jaulas o recintos bajo el cuidado de los seres humanos. Por supuesto, a veces los zoológicos realmente salvan vidas de animales y ayudan a sanar una especie en peligro de extinción. Pero a pesar de todo lo bueno, todavía hay un montón de cosas cuestionables que suceden en los zoológicos. Así que antes de planear un viaje para ver la nueva exhibición en un zoológico cerca tuyo, aquí hay 11 cosas que necesitas saber.
1. Muchos zoológicos dicen que están conservando a los animales, pero muchas veces, no lo están haciendo en absoluto.
Muchos de los zoológicos acreditados por la AZA son parte del Programa de Plan de Supervivencia de Especies (SSP), que espera fomentar las especies en peligro de extinción y promover las crías. Sin embargo, estos esfuerzos rara vez tienen éxito y a veces no están sucediendo en absoluto. David Hancocks, un antiguo director de zoológico con 30 años de experiencia, dijo a National Geographic que él piensa que menos del tres por ciento del presupuesto de un zoológico se dirige hacia los esfuerzos de conservación, con el porcentaje restante dedicado a “exhibiciones de alta tecnología y esfuerzos de marketing para atraer a los visitantes”.
Mientras que algunos zoológicos simplemente no dedican una cantidad suficiente de sus recursos a la conservación, los esfuerzos de algunos de los que dicen estar comprometidos con la conservación se ven socavados por hallazgos sobre los animales en sus propias instalaciones. El Seattle Times realizó una investigación en el 2013 que analizó la tasa de éxito de “salvar” y la criar elefantes en 390 instalaciones en Estados Unidos durante 50 años. Ellos encontraron que “la mayor parte de los elefantes murieron por lesiones o enfermedades relacionadas con las condiciones de su cautiverio”, tales como problemas en los pies por tener que pararse en superficies de concreto y trastornos musculoesqueléticos por no hacer suficiente ejercicio. La investigación llegó a la conclusión aterradora de que la tasa de mortalidad infantil en general para los elefantes en los zoológicos es de 40 por ciento. En público, sin embargo, la AZA con frecuencia evita la mención de la salud de los elefantes en cautiverio, y eligen promocionar sus grandes esfuerzos de conservación de las especies.
2. Sobre el tema de los elefantes, el 40 por ciento de todos los elefantes africanos en los zoológicos de Estados Unidos son obesos.
Y afecta negativamente su tasa de reproducción. Puesto que un índice de masa corporal elevado en los elefantes está fuertemente relacionado con los “ciclos ováricos anormales”, este problema amenaza profundamente la iniciativa de criar más elefantes africanos en cautiverio. Un informe en el 2011 realizado por investigadores del Lincoln Park Zoo de Chicago afirma que la población total de elefantes en los zoológicos de Estados Unidos necesita un promedio de alrededor de seis nacimientos al año para mantenerse estable. Sin embargo, en la actualidad el promedio es de sólo tres nacimientos al año. Daniella Chusyd, una estudiante de doctorado en la Universidad de Alabama, en el Departamento de Ciencias de la Nutrición de Birmingham, especula que “los zoológicos tendrán que repensar cómo albergar y alimentar a los elefantes para reducir la incidencia del sobrepeso”.
3. Los “hábitats” de la mayoría de los animales del zoológico se parecen muy poco a sus entornos naturales.
David Hancocks, un conocido arquitecto de zoológicos, habló con National Geographic sobre los entornos artificiales que tienen los animales del zoológico y no tiene buenas cosas que decir sobre lo que ha experimentado en su trabajo. Afirma que los zoológicos han operado bajo la presunción de que están creando un “diseño de inmersión de paisaje”, que es la idea de que “los animales deben sumergirse en paisajes que representen lo más cerca posible sus hábitats naturales, y que los visitantes humanos deben también estar inmersos en el mismo hábitat replicado, experimentándolo con todos sus sentidos”.
En cambio, lo que termina pasando es que los animales se ven obligados a residir en hábitats que son completamente ajenos a ellos, incluyendo plástico, árboles de hormigón, ilusiones de hierba real, o suciedad del concreto duro. En resumen, Hancocks dice: “Todo lo que tocan, excepto la comida y las heces, no es natural”.
4. Lo que puede ayudar a explicar por qué muchos de los movimientos que ves que los animales hacen en sus recintos son signos graves de ansiedad y depresión.
La ansiedad y la depresión de los animales se llama “Zoochosis”, que es “la psicosis provocada por el confinamiento”. Comportamientos erráticos, como morder barrotes y caminar de un lado a otro ritmicamente, no son normales y no pasarían si los animales estuvieran en su estado salvaje. Los zoológicos han tratado de combatir este problema mediante la participación de los animales en actividades como rompecabezas, o darles juguetes o alimentos que sean un reto para comer. Pero esto no siempre funciona. En su libro Animal Madness, el escritor Laurel Braitman destaca el hecho de que los medicamentos son a menudo utilizados para calmar estos problemas. Lo cual nos lleva al siguiente punto…
5. Ese animal que ves sólo puede parecer feliz porque está tomando antidepresivos.
Si piensas que los seres humanos son los únicos animales que reciben asesoramiento y medicación, te equivocas. En su libro, Braitman cuenta la historia de un oso polar llamado Gus que residía en el zoológico de Central Park en los años 90. Durante 12 horas al día, él nadaba repetidamente en forma de ochos en su piscina y acechaba a los niños que miraban a través del cristal de su recinto. Esto le valió el apodo de “el oso bipolar”. También le dieron una dosis constante de Prozac y recibió US$25,000 en terapia conductual.
La práctica de darles antidepresivos a los animales del zoológico es sorprendentemente común, según Braitman. Sin embargo, el número exacto de animales bajo medicación se desconoce, ya que muchos zoológicos quieren evitar la imagen de que sus animales no son “felices”. Sin embargo, Braitman dijo a Slate, “En cada zoológico donde hablé con alguien, un psicofarmacéutico había sido probado”. Y justo este mes de febrero, en el Scarborough Sanctuary británico, los pingüinos recibieron antidepresivos para reforzar su estado de ánimo después de la angustia por el clima fuerte que incluyó intensos vientos y lluvias. Mientras los pingüinos salvajes podrían lidiar adecuadamente con el clima, los que nacieron en cautiverio respondieron con alta ansiedad y estrés.
6. Los animales a menudo se mueven a diferentes zoológicos, lo que quebranta su vida comunitaria.
Los zoológicos creen que están haciendo algo bueno para las especies en peligro de extinción cuando deciden mover a un animal de su zoológico original y enviarlo a otro completamente diferente para la reproducción. Sin embargo, a menudo terminan desorientando a los animales y colocándolos en situaciones nuevas inquietantes. Algunos zoológicos son completamente transparentes sobre otro motivo para mover a sus animales. El Zoológico del Condado de Milwaukee declara en su página web que una de las razones por las que se mueven animales es para mantener su colección “fresca y emocionante.”
En su libro, Braitman cuenta la historia del gorila que se mudó de su zoológico en a otro porque era genéticamente adecuada para una posible pareja en un zoológico diferente. Una vez que llegó a su nuevo recinto, los otros gorilas lo maltrataron hasta el punto en que se deprimió tanto que perdió un tercio de su peso corporal. Luego fue enviado de vuelta a su zoológico original para ser cuidado hasta que sanara, sólo para ser enviado a otro zoológico diferente. Cuando sus cuidadores originales fueron a visitarlo a su nuevo hogar, el gorila “corrió hacia ellos sollozando y llorando”.
7. Y algunos zoológicos se niegan a desplazar a los animales que necesitan desesperadamente estar en un ambiente diferente.
Arturo es el último oso polar en cautiverio en Argentina. Y su vida es muy triste. Él vive en el Zoológico de Mendoza en Argentina y todo el día se “pasea nerviosamente”. El problema es que Arturo no pertenece a las altas temperaturas de Mendoza, donde se puede llegar hasta los 86 grados fahrenheit durante el verano. Eso podría explicar por qué el último oso polar en Buenos Aires murió en diciembre de 2012 durante una ola de calor.
En la actualidad existe una petición con más de 500.000 firmas en Change.org pidiendo a la presidenta argentina, Cristina Fernández, que mueva a el oso, e incluso el ex presidente de la Cámara de representantes de EE.UU., Newt Gingrich, ha instado a la gente a firmar el documento. Sin embargo, el director del zoológico dijo que el zoológico no moverá al oso debido a su avanzada edad (que es 28) y el riesgo asociado de tener que sedarlo. Parece que Arturo está llamado a vivir el resto de su vida en la miseria.
8. Algunos zoológicos no tienen los recursos para cuidar adecuadamente a sus animales.
El 2013 no fue el mejor año para el Zoológico Nacional de Washington DC. Tres animales murieron y una cebra atacó a un empleado del zoológico después de que él no siguió el protocolo adecuado. Cuando se le preguntó acerca de la causa de estos problemas, el director del zoológico lo atribuyó a la falta de recursos del zoológico y al personal estando “saturados”. La causa de la muerte de uno de los animales que murieron, un cerdo hembra de río rojo, se debió a “la mala alimentación”. Cuando llegó al zoológico pesaba 110 libras. Poco después de haber vivido en el Zoológico Nacional, murió con un peso de sólo 79 libras.
El Zoológico Nacional ha tenido algunas críticas, lo que instó al Congreso a observar la atención que se le está dando a los animales allí. En el 2003, estas revisiones internas encontraron que el zoológico había sufrido una “caída de una década en las instalaciones, colección de animales, y calidad de los programas de animales”. Y en el 2013, dos informes internos manifestaron que “el cuidado de los animales y la organización en general, la rendición de cuentas, el seguimiento y la comunicación” eran “gravemente deficientes” en la exhibición del guepardo del zoológico. Una posición de biólogo que se necesitaba para la exhibición del guepardo quedó vacía durante varios años debido a los recortes presupuestarios. El trabajo fue finalmente creado mediante el cambio de empleo de un cuidador de animales a asumir las responsabilidades de un biólogo. The Guardian informa que esta solución rápida fue “recomendada en contra”, ya que está en contra de mantener “el personal adecuado” para el zoológico.
9. De hecho, algunos animales tienen dietas específicas muy caras que los cuidadores del zoológico apenas entienden.
Las dietas específicas que muchos animales pueden obtener fácilmente en la naturaleza por sí mismos, siempre han demostrado ser un problema para los cuidadores del zoológico. En 1988, un artículo del New York Times destacó los desafíos que los zoológicos debían enfrentar al momento de decidir qué y cómo alimentar a los animales. A menudo, los zoológicos deben gastar mucho dinero contratando a nutricionistas para establecer la dieta perfecta para las especies en peligro de extinción, mientras que horticultores son traídos para cultivar las plantas específicas para los animales. Por ejemplo, el único trabajo de un horticultor en el zoológico de San Diego es proporcionar las 16 especies diferentes de bambú que los pandas gigantes tienen que comer para sobrevivir.
Debido a que es prácticamente imposible (y financieramente difícil) para los zoológicos crear una réplica exacta del entorno natural de los animales, han ideado maneras de infundir los nutrientes y vitaminas específicos en alimentos de tipo pellet para los animales. Estas sustituciones pueden tener graves consecuencias. En el 2011, después de años de alimentar a los gorilas con una dieta alta en azúcar y con alto contenido de almidón, el zoológico de Cleveland tuvo que empezar a trabajar desesperadamente en un nuevo plan de alimentos para sus gorilas que estaban muriendo de insuficiencia cardíaca, una consecuencia de enfermedad cardíaca, la enfermedad más mortal de los gorilas de tierras bajas occidentales en los zoológicos de Estados Unidos. Han comenzado a alimentar a los gorilas con lechuga romana y “plátanos rellenos de multivitaminas”.
10. La verdad es que muchos visitantes del zoológico no están interesados o no están al tanto del bienestar de los animales que están viendo.
Un estudio que se centró en el comportamiento de los visitantes en cuatro zoológicos diferentes en el occidente de EE.UU. con exhibiciones submarinas, encontró que el 86 por ciento de los visitantes fueron al zoológico para “fines sociales o recreativos”, y sólo el seis por ciento dijo que van a un zoológico con el fin de aprender más sobre los animales. En otro estudio realizado sobre el comportamiento del visitante en una exposición de un mono en el zoológico de Lincoln Park, en Chicago, se reveló que tanto los adultos como los niños “pasaron significativamente más tiempo viendo a los monos que leyendo interpretaciones.” El estudio también demostró lo mucho que las personas acosan a los animales. De 350 personas, 78 molestaron a los simios golpeando el cristal o teniendo otros tipos de “comportamientos no deseados”.
11. Si quieres ver animales salvajes, debes buscar un lugar donde puedas ver animales que no estén enjaulados.
Benjamin Wallace-Wells escribió recientemente un artículo de opinión en el New York Magazine, titulado “El caso del término de los zoológicos modernos”, en el que señala que el principal dilema moral que parece existir hoy en día con los zoológicos es la idea de que crean una “doble ilusión”, tanto para los humanos como para los animales. Él escribe que “La gente está convencida de que están viendo animales en algo así como su estado natural y los animales, la mayoría de los cuales nunca han vivido en la naturaleza, están convencidos de que están en casa.”
Sin embargo, Wallace-Wells hace hincapié en que la ilusión es mucho peor para los animales, que parecen estar de algún modo conscientes de que sus ambientes son una completa mentira y resisten la interacción humana no natural con la que se ven forzados a lidiar. Se especula que Estados Unidos podría estar acercándose un poco hacia un movimiento que Costa Rica acaba de implementar: un plan para cerrar todos los zoológicos y “abrir las jaulas donde los animales han sido mantenidos”.
Así que, si quieres ir a ver algunos animales salvajes que están fuera de jaulas y lo más cerca de vivir de la manera que lo harían en la naturaleza, debes buscar una reserva natural. Un buen lugar para comenzar sería visitar la página web del Conservatorio de la Naturaleza, que enumera todos los pastizales, arrecifes de coral y hábitats que puedes visitar.
Original: Huffington Post