Por Josefa Del Real
22 julio, 2014

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A continuación les comparto algunos de los consejos que me han servido mucho:

1. Tener una hora de dormir.

El sueño es considerado el tercer pilar de la salud, y por buenas razones. Las investigaciones están haciendo cada vez más claro que no dormir lo suficiente, puede tener efectos graves para la salud. Mientras tanto, dormir lo necesario es bueno para todo, desde el control de peso, al estado de ánimo, y hasta para equilibrar el sistema inmunológico. Una de las cosas más simples que puedes hacer para asegurarte de dormir lo suficiente cada noche, es establecer una hora de acostarse. Discúlpate a ti mismo si no puedes cumplir esto todas las noches (a veces me digo a mi mismo que tengo que durmiendo antes de la medianoche, pero la vida se interpone en mi camino, y de repente es la 1:30 de la mañana), pero es importante proponértelo para poder cumplirlo cada vez más seguido.

2. Entender qué es la inteligencia emocional y comprometerte a cultivarla.

Tener inteligencia emocional significa ser “seguro, ser bueno para trabajar por alcanzar tus metas, poderte adaptar y ser flexible. Te recuperas rápidamente del estrés y eres resistente”, afirma el psicólogo Daniel Goleman. La inteligencia emocional se compone de cinco partes: habilidades sociales, empatía, motivación, auto-conocimiento y el auto-control. Y, afortunadamente, todos estos rasgos se pueden cultivar. Sé curioso acerca de las cosas que van más allá de ti mismo. Tienes que saber para qué eres es bueno y que necesitas para ir mejorando. Trata de mejorar tu capacidad de prestar atención.

3. Tomarse un minuto.

Admito que esto es algo en lo que aún sigo trabajando. Soy una persona rápida; soy rápido para caminar, rápido para comer, rápido al hablar. Esto también me hace muy impaciente, y también a veces muy poco observador. Detenerme a oler las flores nunca ha sido mi fuerte. Pero reducir la velocidad para apreciar la vida y todos sus pequeños detalles, construye gratitud, y eso es una cosa muy saludable.

4. Reducir el azúcar cuando se pueda.

Yo solía ser un demonio para los postres. Cupcakes, helados, brownies, si me lo ponías en frente, sin duda me los comía todos. Y al crecer, me empecé a tomar una especie de jugo con cada comida (por ser levemente intolerante a la lactosa, y tenía que consumirlo en lugar de leche en el desayuno, en el almuerzo y en la cena). Pero cuanto más aprendía acerca de cómo el exceso de azúcar afecta el cuerpo y cómo se las arregla para colarse en todos los alimentos que consumo también, aunque no fueran postres, más me di cuenta de que tenía que dejar de depender de las cosas dulces. Así que empecé de a poco. En lugar de llenar de azúcar el café, poco a poco me acostumbré para beberlo sin nada. (Ahora, el café con azúcar me parece demasiado dulce.) En lugar de beber jugo y refrescos en las comidas, opto por tomar agua (de hecho, no tengo ninguna bebida aparte de agua en la nevera en casa). Ya no compro tortas ni galletas de la tienda, así que no estoy tentado a comérmelas a las 10 pm cuando estoy en mi apartamento. No me malinterpreten, yo todavía disfruto de una rebanada de pastel de cumpleaños o un helado. Pero los tomo como premios, y me he dado cuenta de que estos premios no son para ser comidos todo el día, todos los días.

5. Encontrar un ejercicio que realmente disfrutes hacer.

No es exactamente un secreto las oposiciones que tengo con salir a correr. Todavía lo hago por mi salud, pero sin duda hay otras maneras con las que prefiero conseguir un buen estado físico. Investigaciones han demostrado incluso que si pensamos en el acondicionamiento físico como una “diversión” o como un “ejercicio” afecta la cantidad de comida que terminamos ingiriendo. Para mí, ejercicio es jugar voleibol. Para ti puede ser bailar, nadar, o andar en bicicleta. No creas que sólo porque no te gusta el ejercicio “convencional” como correr o ir al gimnasio, eres malo ejercitando. Nada que ver!

6. Saber cuándo estar desconectado de tu teléfono.

Esta es otra de esas cosas que todavía estoy tratando de ser mejor. Hay momentos para conectarse a Instagram y mandar mensajes de texto, y hay momentos en los que es realmente obvio que no estás presente, porque tus ojos están pegados a la pantalla. Tuve uno de esos momentos hace unos días, cuando estaba cenando; estaba tan concentrado en responder algunos correos electrónicos del trabajo que cuando finalmente levanté la vista, me di cuenta que mis compañeros con los que estaba cenando estaban en silencio, esperando que yo guardara el teléfono. Fue una interrupción y una distracción, francamente, bastante irrespetuosa. Propongámonos todos para darle fin a esa adicción.

7. Beber más agua.

La editora de la revista Health and Fitness, Sarah Klein, es experta en temas de hidratación. Siempre se ve con una botella de agua en la mano, y si alguna vez hay una pregunta sobre el tema, ella siempre sabe la respuesta, o sabe a qué experto preguntarle. En mis años de trabajo con ella, he tratado de seguir su ejemplo. No sólo el hecho de tomar agua hace que te sientas satisfecho, por lo que no tienes un hambre voraz (y comes en exceso como resultado), sino que también es una manera de no tomar bebidas azucaradas. Cuando haya agua potable, intenta no estar tomando refrescos o jugos azucarados.

8. Cocinar para ti mismo.

Por lo general, una ensalada es saludable. Pero cuando en un restaurante las llenan con aderezos y crutones, puede ser todo lo contrario. Lo mismo ocurre con cualquier otro alimento, si se trata de pedir en un restaurante o si se encuentran en el pasillo de la tienda de la esquina. Lo que se ha vuelto más claro para mí, es que la mejor manera de saber realmente lo que estás comiendo es simplemente prepararlo tú mismo. Tus ojos pueden ver la cantidad de sal que estás ingiriendo porque tú eres el que hace la medición.

 9. Dejar de preocuparte tanto.

Como algunas personas, yo tiendo a ser angustiado, siempre estoy preparado para lo peor, tengo un plan A, B y C para todo. Pero miren este hecho: la preocupación en realidad no es una acción. Preocuparte es  revolver las cosas en tu cabeza, creando un espiral de los peores escenarios (que a menudo ni siquiera terminan sucediendo). Esto termina siendo muy rara vez productivo. En su lugar, céntrate en el presente. Sigue con las perspectivas puestas en esa situación preocupante, pero teniendo en cuenta lo que en realidad puede suceder. Ten confianza que serás capaz de salir adelante.

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