Querida sabelotodo:
En este mismo instante, tu fecha de parto se acerca y estás ultra centrada en miles de cosas sin importancia. Quisiera que supieras que nada de lo que te preocupa importa. Que lo que necesitas hacer ahora es ir a dormir hasta que el bebé llegue. Éstas podrían ser las últimas horas que duermas sin interrupción.
¿Qué es lo que dices? ¿Que no estás durmiendo bien porque el embarazo te hace sentir incómoda? Piensa otra vez, querida mía. Pronto estarás despierta a las 3 am, sin querer mover un músculo por miedo a despertar a tu preciosura que ‘duerme sólo si lo abrazan.’
Mientras estamos hablando sobre cosas que no sirven y sobre las cuales no paras de pensar, hablemos de ese libro que estás leyendo sobre partos naturales. Deja de gastar tu tiempo y mejor busca una copia de ¿Qué Diablos Hago Con Este Bebé?, porque una vez que estés en el parto te detendrás a los 3 centímetros y rogarás por anestesia epidural mientras te llevan al hospital. Además, el parto es sólo un día, en cambio el bebé se quedará por s-i-e-m-p-r-e. Por lo tanto, sería mejor que pasaras tu tiempo aprendiendo algo sobre crianza más que practicando técnicas de respiración que no tendrán ningún efecto en el dolor; aunque puede que te sirvan para tu primer movimiento intestinal luego del parto.
Pasando a otro tema, parece que tienes muchas opiniones sobre crianza en este momento, pero rápidamente te darás cuenta que no tienes idea lo que estás haciendo; lo que me recuerda que debo advertirte lo malo que es el karma. Por todos los juicios de valores que haces ahora sobre las técnicas de crianza de otras personas te sentenciarán a una vida de pensamientos maternales llenos de culpa. Así que, sigue juzgando a tu amiga que deja sus hijos en el jardín una hora extra para poder comprar o cocinar sola. En sólo un par de meses te encontrarás deseando que la guardería estuviese abierta los fines de semana también. ¿Y esa mujer que viste en el supermercado cuyos pezones apuntaban en direcciones diferentes? Genial la forma en que la criticaste con tu marido. El karma está a punto de reemplazar los tuyos.
Luego que nazca el bebé, entre cuidarlo, descubrir lo inepto que puede ser tu esposo, y tus hormonas post-parto; te sentirás tan sobrepasada que comenzarás a tomar anticonceptivos como si fueran dulces para asegurarte no quedar embarazada otra vez. Sin embargo, una noche y con una botella de vino, te sentirás lo suficientemente loca como para hacerlo otra vez.
Hay sólo una cosa que hará posible que sobrevivas las estrías, las manchas de vómitos y la depresión que genera tu flácida vagina post-parto: el amor, que en este mismo momento, aún no te das cuenta que existe. Está y es maravilloso.
Así que quédate con tus jeans para mamá, e intenta no mojarte usando el control de vejiga que aún te queda: el viaje recién comienza. Dejar de ser una maldita crítica y comienza a apoyar a las demás mamás. Las vas a necesitar una vez que te des cuenta que no tienes idea lo que estás haciendo…
Con cariño,
Yo.