Este artículo fue originalmente escrito por Shanell Mouland en el Huffington Post.
Tengo dos hijas.
Una pequeña bomba de energía de cabellos dorados llamada Kate, y una delicada flor con diversos problemas de salud llamada Grace.
Como pueden imaginar, he invertido bastante tiempo en el reciente debate de que las vacunas pueden provocar autismo. Para mí, la respuesta es bastante simple: Vacunen a sus hijos.
¿Acaso creo que vacunar a Kate provocó su autismo? No.
Ni por medio segundo. Creería más en la posibilidad de que esto ocurrió por tomar té verde en luna llena al mismo tiempo que algún jugador zurdo y ciego metía un gol en algún lugar del mundo. Así de arbitrarios son algunos de los argumentos que he leído o escuchado. Hay pruebas documentadas de que las vacunas NO causan autismo. No hay evidencia documentada sobre la teoría de luna llena y el jugador zurdo. ¿Entienden lo que quiero decir?
Es peligroso e irresponsable difundir teorías no comprobadas y que no tengan una base científica. Debemos ser lo suficientemente inteligentes como para diferenciar las noticias de la propaganda.
Y la mentira de la verdad.
Si te sientes abrumado por la enorme masa de información que hay en Internet, es mejor pedir ayuda a alguien de confianza y que sea respetado en su área de conocimiento. Por otro lado, puede que les sorprenda que la razón por la que les pido que vacunen a sus hijos no es para justificar mi postura respecto al autismo de Kate. Les pido que vacunen a sus hijos porque sus hijos no vacunados son un peligro para mi pequeña Grace, cuya salud es bastante frágil.
Ella no puede combatir los virus y bacterias de la misma forma que ustedes o yo. Hay una buena lista de vacunas recomendadas desde el nacimiento hasta los 18 años que utilizo para asegurarme de que mis dos hijos están vacunados. Es mi trabajo protegerla. Y vacunarla a ella y a su hermana es una forma en la que puedo hacerlo.
El autismo ha sido difícil. Nos ha superado en más de una ocasión, y eso es innegable, pero los problemas de salud de Grace han sido mucho peor. Su asma y su constante lucha contra la neumonía han sido los momentos más aterradores de mi vida. Su corazón agrandado, soplos, y la tendencia a contraer todos los virus posibles, nos han aterrado a lo largo de los años. Ella es muy frágil.
La idea de estar dispuesto a correr el riesgo de que tu propio hijo contraiga las enfermedades que los científicos alguna vez erradicaron, me provoca un nivel de ira que muchas veces se vuelve abrumante. Me dan ganas de gritarles a esos padres.
Me pone triste que estén dispuestos a arriesgar la salud de sus propios hijos por seguir las sugerencias de un grupo de personas desacreditadas. Estoy segura de estarían dispuestos a sacrificar la salud y seguridad de mi propia hija, por lo que les ruego que sigan los consejos de sus pediatras y vacunen a sus hijos, para así proteger a los otros niños.