Sufrir no es amar

Cada gran historia tiene una historia de amor incluso más grande detrás. El problema es el siguiente…

Nuestra definición de amor romántico no coincide con nuestra definición de amor. Permíteme explicarlo. ¿Por qué las historias de amor son tan buenas? ¿Por qué aman tanto las personas el leer historias de amor? Porque nos hacen sentir intensamente emocionales.

Valoramos la idea de encontrar amor, de querer pasar el resto de nuestras vidas con alguien, de superar dificultades, de conservar ese amor que encontramos, de tener a alguien para nosotros.

Historias de amor encontrado, amor perdido, corazones rotos, corazones sanando y un final feliz. Eso es lo que nos hace vivir.

¿Ves el problema? Nuestra versión perfecta de una historia de amor está llena de pérdida, angustia y dolor. Amamos las historias de amor porque nos emocionan. Nos ponen en los zapatos de los amantes y nos fuerzan a sentir lo que ellos sienten –a sentir su felicidad y su miseria.

Y lo amamos. Amamos la felicidad. Amamos el dolor. Amamos la forma en que las historias de amor nos hacen sentir porque nos hacen sentir vivos. Eso es el amor en realidad: sentirte más vivo de lo que creíste posible, todo gracias a una persona en particular que entra a tu vida, la transforma y luego la abandona.

Una historia de amor es buena dependiendo de lo intensa que sea la batalla que deben soportar los personajes hasta que vuelven a reunirse en los brazos del otro. Si no hay una batalla, entonces no hay una gran historia de amor. Sin lucha, no tienes una historia de nada. O más bien, no tienes una historia que alguien querrá leer.

Nadie quiere escuchar una historia que diga algo como:“…y luego la vio… fue hacia ella, la invitó a salir, la llevó a comer… se enamoraron de inmediato y pasaron el resto de sus vidas juntos, felices para siempre”.

Esa es la versión del amor romántico que secretamente buscamos. Nadie quiere vivir en una vida sin momentos románticos. Si en tu relación no sucede nada, entonces tu relación es aburrida. Queremos que nuestras historias de amor sean tan magníficas como queremos que el resto de la historia lo sea.

Queremos que opaque a las otras historias de amor, que sea más intensa y emocionante. Queremos que las personas hablen de lo que nos costó lograr estar juntos. En otras palabras, queremos luchar en nuestras relaciones.

Nuestras vidas no son tan emocionantes como las historias que leemos y admiramos, así que inventamos problemas que superar. Hacemos las cosas difíciles para nosotros porque amamos la idea de tener que luchar por amor. Somos realmente estúpidos.