Nos damos cuenta qué tan fuerte somos en los momentos de incertidumbre que la vida inevitablemente nos entrega. Los eventos no planeados, despidos, muerte, enfermedades o divorcio, pueden golpear nuestro mundo en cualquier momento.
Nos hacemos preguntas constantemente: ¿Debería quedarme o debería irme? ¿Debería comprar o debería ahorrar? ¿Debería cambiarme de casa o no? Los “debería” se convierten en un sediento antojo interno a medida que tratamos de procesar el mejor resultado para nuestras vidas.
¿El problema? Al hacerlo, generalmente nos aferramos a las cosas que no resultan.
Tengo un amigo que está en una situación muy negativa. Él se está aferrando a su preciada vida porque quiere ser valiente y hacerse más fuerte. Me dijo: “rendirme no es una opción”. Y eso es algo que muchos tendríamos que tener en mente. Definitivamente no es una opción, al igual que huir tampoco.
Pero cuando nos aferramos a algo y esto duele y afecta nuestra salud y felicidad, tenemos que cuestionarnos por qué elegimos quedarnos. No podemos simplemente aceptar las cosas y dejar que pase la vida. Hay que cuestionarse el porqué y tratar de evolucionar.
La vida es un balance de aferrarse a las cosas y dejar algunas ir. Nos esforzamos para tomar la decisión correcta, pero ¿cómo sabemos cuándo es realmente el momento para dejar atrás algo y seguir con la vida de uno?
Las relaciones románticas, trabajos, hasta los lugares en que vives tienen fecha de expiración. A veces nos aferramos a cosas que no están funcionando por el miedo de no encontrar algo mejor. Y no debería de ser así. Todo pasa por algo. no mires hacia atrás. Si te equivocaste, pon solución. No siempre elegirás la mejor opción. De eso se trata. Aprenderás y mejorarás. No te castigues a ti mismo si no aciertas con tu elección, pero tampoco te quedes con algo que, definitivamente, no está funcionando.
Tal vez nuestro mayor miedo es a lo desconocido. Sujetamos y manipulamos las situaciones para mantener el control a nuestro alrededor. Pero el resultado es siempre el mismo: más dolor, una inmensa frustración y una culpa gigante. Si estás en esta situación, levántate, lucha por lo que verdaderamente quieres y cambia lo que no te hace feliz. Rendirse no es una opción.