Por Candela Duato
14 octubre, 2014

Querida mamá pegada al iphone:

Te veo en el parque con tus hijos, y con tu móvil en la mano. Tus pequeños corren jugando y gritan “¡Mírame, mami!” Bajan por el tobogán chillando de la emoción, gritando “¡Mami, mira esto!” Mientras suben la escalera para volver a deslizarse, te gritan “¡Mami! ¡Mírame! ¡Mami, mira! ¡Mami! ¡Mamá! ¡¡¡MAMÁ!!!”

Pero no estás mirando… porque estás pegada al teléfono revisando Facebook, Instagram o tu correo electrónico.

No estás mirando… porque antes de llegar al parque acabas de pasar cada hora de tu vida, en la que has estado despierta, mirando todo lo que tu hijo ha hecho. Todo. Cada pequeña cosa que ha hecho.

Lo miraste mientras tomaba su desayuno y “conducía” sus cereales por su plato. Lo miraste mientras sostenía la cuchara al revés y usaba el mango para coger el cereal y decía “Mami, ¡mira como hago esto!” Y luego tomó su servilleta y la puso sobre su cabeza. Y tú estabas mirando.

También miraste cuando tu hija decidía que ropa se pondría– aparentemente, lo único que le queda bien hoy es la camiseta con la imagen de un mono. Luego miraste como se vestía. Miraste cuando tuvo problemas poniéndose los calcetines – pero estaba decidida a ponérselos ella misma. Miraste – a veces intentando ayudarla y guiarla, pero sabiendo que es importante dejar que ella solucionara algunos problemas por su cuenta, ya que esto es parte de aprender y crecer.

Miraste cuando giraba en círculos en su habitación. Miraste cuando jugaba con sus peluches. Miraste cuando guardaba sus juguetes. Lentamente. Deteniéndose para jugar con cada uno de ellos en su camino a la caja de juguetes. Estuviste mirando todo.

Miraste mientras tus hijos cepillaban sus dientes y cabello. Miraste mientras jugaban con legos  y luego bailaron. Te uniste porque amas ser parte de su diversión. Miraste mientras iban al baño y les ayudaste a limpiarse. Los miraste al lavar sus manos con demasiado jabón – o quizás no con la cantidad suficiente. Miraste mientras salpicaban agua por todo el baño. Los miraste saltar del taburete y correr por la casa con las manos mojadas.

Has estado mirando a tus hijos – jugando con ellos, ayudándolos, cantando y bailando con ellos- toda la mañana. Todo el día. Y ahora, en el parque, cuando pueden correr y jugar, estás tomando unos minutos para ti misma con tu teléfono.

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Quizás trabajas desde tu casa y ahora sigues trabajando, revisando tu correo, respondiendo a clientes, enviando propuestas. Tus afortunados hijos tienen el beneficio de pasar algo de su tiempo de juegos fuera de la casa, haciendo nuevos amigos, relajándose, disfrutando la luz del sol. Te felicito por darles a tus hijos una forma tan entretenida de pasar su día mientras tú te haces cargo de tu trabajo.

Quizás tienes un amigo o un miembro de tu familia enfermo, y estas tomándote un tiempo mientras los niños están felizmente ocupados para enviarles mensajes para saber cómo están, poniéndote de acuerdo para saber cuándo irás a visitarlos. O puede que estés buscando la respuesta a un correo sobre los resultados de un examen tuyo. Quizás estás escribiendo o leyendo mensajes amables en Facebook donde te ofrecen condolencias por la pérdida de alguien amado. Todo mientras tus hijos juegan afuera, disfrutando algo de tiempo libre para jugar.

Quizás estás en Pinterest buscando ideas para ayudarles a tus hijos a adaptarse a la ausencia de su padre por trabajo – buscando herramientas para que se mantengan en contacto o buscando ideas de fiestas de bienvenida para cuando vuelva.

Quizás tienes un hijo mayor en la escuela, y su profesor te escribió preocupado por un algún comportamiento y considera que es algo a lo que debes poner atención… y ahora que tienes unos pocos minutos mientras tus hijos menores juegan, vuelves a leer ese mensaje.

O quizás te das cuenta que mirar a tus hijos cada segundo de cada día no es necesario, y es algo aceptable y, de hecho, positivo para todos los involucrados: que tengas unos minutos para ti misma. En el parque. Con tu teléfono.

Así que a ti, querida mami que estás en tu teléfono, te digo lo siguiente:

No te voy a juzgar. No te conozco. No conozco tu historia. Pero sé que no necesitas mirar cada saltito, giro, mordida, canción, baile, pestañeo, o respiro de tus hijos para ser una buena madre. Hay muchas cosas que exigen nuestra atención en la vida de padres – y mucho que queremos disfrutar. También hay muchas cosas que pasan en nuestras vidas, además de ser padres, y que no podemos dejar de lado. Si bien ser padres puede ser nuestro trabajo más importante y que nos da más satisfacción, no es nuestro único trabajo.Todos buscamos el equilibrio, y ese espacio en el cual logramos hacer tiempo para todo. Pero, para que quede claro, fallamos en eso. Todos. Cada uno de nosotros desearía ser mejor al manejar nuestro tiempo… y muchos de nosotros pasamos tiempo culpándonos por lo mal que lo hacemos. Tú lo estás haciendo bien. Siempre y cuando estés dando lo mejor de ti para que todo funcione para tu familia, lo estás haciendo bien. Y eso es lo que importa.

De hecho, es bueno para tus hijos el saber que no son el centro de tu atención cada segundo de cada día. Es bueno que aprendan a jugar de forma independiente y a hacer cosas sin que estés alabando cada una de ellas. Eso es darle una buena crianza – permitirles aprender que algunas cosas satisfacen solo por la diversión de hacerlas, no por las alabanzas o atención que viene con ellas.

Así que, encuentra el equilibrio. Sé una madre, esposa, hermana, hija, amiga, vecina, mentora, empleada – usa todos los sombreros que necesites. Haz lo que deba ser hecho… lo que a veces incluye tomarte un poco de tiempo o para ti – incluso si es para revisar Facebook mientras tu hijo corre por el parque.

Sinceramente,

Esta mamá pegada a su teléfono que no te está juzgando por el tuyo.

Original.