Por Candela Duato
22 octubre, 2014

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Una amiga tuvo su primer bebé un mes después de que naciera mi segundo hijo. Desde entonces ha comentado en Facebook cómo cambian las cosas cuando eres mamá. Que le duele la espalda. Que es un agobio para ella todavía tener esos 5 kilos demás… Y preguntó, ¿Cuándo me volveré a sentir yo misma de nuevo?

Yo respondí, NUNCA.  Nunca serás la misma.

Tu espalda siempre dolerá un poco.

Tus senos siempre estarán un poco caídos.

Tus caderas siempre serán un poco más anchas.

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Tu pelo, tu piel, el control de tu vejiga, no serán como solían ser, para mejor o peor.

Nunca dormirás de la misma forma.

Puede que te encuentres hablando sobre el popó mucho más de lo que esperabas.

Nunca más tendrás la casa sin migas.

Puede que toda tu ropa tenga alguna mancha durante un par de años.

Puede que no te hagas la manicura ni te cortes el pelo tan seguido como solías hacerlo.

Probablemente no alcances a lavar toda la ropa. Ni todos los platos.

Sí, todo eso.

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Pero lo que no le dije a mi amiga fue esto:

Tu sonrisa siempre será más amplia.

Tus ojos siempre serán más brillantes.

Tus brazos siempre estarán llenos.

Tu corazón siempre estará caminando fuera de tu pecho.

Tu amor siempre estará creciendo.

Así que no, después de dar a luz a un niño (o dos, o tres, o cuatro) nunca serás la misma.

Pero está bien, porque no lo querrás ser.

Original.

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