Querida Hija:
Hoy no fui una buena madre. La mañana llegó demasiado pronto, después de una larga y agotadora noche. Me levanté de la cama y me puse los pantalones, una hora antes de lo que normalmente me despiertas. Cuando entré en tu habitación estabas lista para mí, tu cabello despeinado y tu sonrisa torcida. “¡Yo arriba!” Dijiste, alzando tus brazos hacia mí. “¡Yo jugar!”
No sonreí, no porque no te quiera, sino porque sólo necesitaba dormir más. Más tarde pegaste pegatinas en el sofá y me quejé en voz baja. Trataste de jugar y me diste una patada en el pecho y te grité: “¡Ten cuidado con MAMÁ!” Ahora me doy cuenta que no te estaba gritando a ti. Estaba gritándole al mundo. Pero, ¿cómo podías saberlo? No podías, y lo siento.
Cuando subí las escaleras para ir al baño y dijiste: “¡No mamá, no ir!” Y yo dije, “¡Cállate!” No fue mi mejor momento como madre.
Lo siento si lloré cuando te comiste mi almuerzo. El almuerzo que compré era para alimentar mis sentimientos. Mis sentimientos necesitaban urgentemente nuggets de pollo. Al parecer, tú también. Y lo siento si te castigué cuando hiciste bailar a tu plato en la mesa. Siento no haberte besado cuando te acosté a dormir la siesta. Preferí huir y sentarme en la cama de la habitación de invitados, sólo para descansar en el silencio.
Recuerdo cuando mi mamá tenía días como estos, cuando ella parecía estar al borde de algo terrible. Nosotros, los niños, andábamos de puntillas a su alrededor, con miedo. Y convencidos de que fue culpa nuestra. Quiero que sepas que no eres tú. Nunca eres tú.
Esto es mi corazón herido por cosas y razones que están fuera de ti. Voy a estar mejor mañana, después de una Coca-Cola light, después de un show de crímenes y después de dormir un poco. Pero ser padre significa muchas cosas, una de las cuales es que no siempre puedo ser el desorden egoísta que quiero ser. Esto me hace una mejor persona, pero también es muy difícil cuando tus ojos están cansados y te duele la espalda. No necesitas saber esto ahora. Y cuando tengas que saberlo, entenderás. Pero quiero pedirte disculpas. Quiero que sepas que lo estoy haciendo lo mejor que puedo, incluso cuando algunos días ese “mejor que puedo” es un desastre.
Escucho que despertaste de tu siesta. Estás cantando una canción de Taylor Swift, y luego escucho algo que parece ser un patito de goma. Voy a ir a buscarte ahora. Vamos a comer golosinas y leer algunos libros. Vamos a acurrucarnos y poner pegatinas en el sofá.
Y mañana, voy a intentarlo de nuevo.
Te ama,
Tu mamá.