No me importa si tu casa es un desastre. Voy a mover tu ropa del sillón, me voy a sentar y te voy a ayudar a doblarla mientras nos reímos de lo mucho que odiamos guardar la ropa limpia. No me importa que tengas un perro grande, baboso y ruidoso. Voy a aceptar sus besos y voy a tirarle su pelota de tenis. También está bien que no tengas nada de comida en tu refrigerador, porque comí antes de venir. Me gusta tu café barato y tus palomitas de microondas.
No me importa si sales de la casa vestida así, o si compraste tu cartera en el supermercado, o si cada prenda que tienes vino de caridad. A la vez, también puedo aceptar si compras exclusivamente en Zara. Ambas vamos a sobrevivir si se te ven las raíces del pelo, si tienes un lunar raro, un tatuaje horrible y del que te arrepientes, o si recientemente subiste 7 kilos.
No me importa lo que comas o no comas, o si es orgánico o incluso si no lo es. No me importa como alimentes a tus hijos, o si duermes con ellos, los llevas en carrito, los dejas ver Bob Esponja o si solo pudiste amamantarlos por una semana. No te voy a juzgar si a veces te sientes tan cansada que les das a tus hijos nuggets de pollo para cenar, les pones una película y ruegas que se duerman temprano para poder tomarte una copa de vino. Yo también he estado ahí y ¿sabes qué? Un par de conservantes y colorantes de vez en cuando no son el fin del mundo.
No me importa si tu niño tiene un enorme berrinche cuando estamos en público. Todos tenemos días malos y por supuesto que voy a cuidar a tu bebé mientras llevas a tu niño al baño solo para descubrir que ya se había hecho pipí en los pantalones.
No me importa si tienes un trabajo sin salida o si aún no descubres cual es tu pasión. No me importa si vas a yoga dos veces al día o a misa una vez cada tres o cuatro años y es sólo para hacer feliz a tu abuela. Yo también lo hago. Un día vas a terminar tu novela, o a empezar tu empresa y yo voy a estar ahí aplaudiéndote, sonriendo y gritando de alegría por tu éxito. Incluso si tenemos noventa y siete años cuando lo logres.
Puedes llorar conmigo. Cuéntame de lo pésimo que se ha portado tu marido contigo o cómo tu mamá no para de molestarte con cada cosa por pequeña que sea, y cómo a veces desearías subirte al auto, empezar a manejar y dejar a todos atrás. Por un rato. Yo también tengo esas fantasías. Las mías incluyen una habitación de hotel oscura y fría donde pueda dormir y pedir servicio de habitación por tres días seguidos mientras veo cada tonto programa de televisión que encuentre.
Está bien que no puedas cocinar y que no me hayas hecho esa fiesta sorpresa con los diseños para las mesas que viste en Pinterest. Podemos pedir comida para llevar. Conozco un maravilloso, pequeño y barato lugar de comida Thai en la esquina. Te va a encantar.
No creo que seas una perdedora por haber cometido ese estúpido error y haber perdido tu trabajo y porque ahora frías pollo para sobrevivir. Estoy orgullosa de que hayas vuelto a estudiar y que hayas seguido tu corazón para finalmente conseguir el título en lo que realmente amas en vez de en lo que tu papá amaba. ¿A quién le importa si tienes treinta y nueve años cuando te gradúes?
Ninguna de estas cosas importa.
Si somos amigas, esto es lo que me importa:
¿Eres amable? Me importa que seas amable.
¿Tienes buenas intenciones incluso cuando las cosas no funcionan bien? Eso me importa.
Me importa que ames, que seas amistosa con los niños pequeños y con los camareros cuando salgamos a comer. Necesito que seas buena con los animales, incluso si son feos y si eliges comerlos -o no.
Me importa que no hagas daño ni con tus manos ni con tus palabras. Me importa que cuando hagas algo mal, lo admitas. Y que puedas pedir disculpas sinceras. Todos nos equivocamos de vez en cuando. Cometemos errores. La habilidad para reconocer nuestros errores y aprender de ellos es más importante que ser perfecta.
Tus ideologías políticas no me importan. Tu religión es insignificante. Me importa que tus palabras y acciones no estén basadas en el odio. Me importa que puedas tolerar a la gente que es diferente. Me importan la empatía y la compasión.
Me importa que haya sonrisas incluso si lloramos. Que sintamos un poco más de esperanza.
Me importa saber que estamos mejor que muchos gracias a nuestra amistad, que no estamos solas.