Este artículo fue originalmente escrito por Adam Smith, bloguero nacido en Alaska, y editor en jefe de ForwardWalking.com
Llevando casado solo un año y medio, he llegado recientemente a la conclusión de que el matrimonio no es para mí.
Pero antes de empezar a asumir cosas, sigue leyendo.
Conocí a mi esposa en la escuela, cuando ambos teníamos 15 años. Fuimos amigos durante 10 años… hasta que decidimos que queríamos ser más que amigos. Recomiendo encarecidamente que los mejores amigos se enamoren. Todos vivirán tiempos muy felices.
Sin embargo, el enamorarme de mi mejor amiga no evitó que tuviera ciertos miedos y ansiedades con respecto al matrimonio. Mientras más nos acercábamos a la decisión de casarnos, más paralizado me sentía por el miedo. ¿Estaba listo? ¿Era esta la decisión correcta? ¿Era Kim la persona correcta para casarme? ¿Me haría feliz?
Luego, una noche terrible, compartí estos pensamientos y preocupaciones con mi papá.
Es probable que cada uno de nosotros pasemos en nuestras vidas por momentos en los que el tiempo parece detenerse o te quedas sin aire, marcando ese momento como uno que nunca olvidaremos.
Para mí, ese momento fue cuando mi papá respondió a mis preocupaciones. Con una sonrisa llena de conocimiento me dijo, “Seth, estás siendo totalmente egoísta. Así que te voy a hacer esto muy fácil: el matrimonio no es para ti. No te casas para hacerte feliz a ti mismo, te casas para hacer feliz a otra persona. Más aún, tu matrimonio no es para ti. Te estás casando para una familia. No solo para tus suegros y todas esas tonterías, sino que también para tus futuros hijos. ¿Quién quieres que te ayude a criarlos? ¿Quién quieres que los influencie? El matrimonio no es para ti. No se trata de ti. Se trata de la persona con quien te casas”.
Fue en ese preciso momento en el que supe que Kim era la persona correcta. Me di cuenta que quería hacerla feliz; verla sonreír todos los días, y hacerla reír cada día. Quería ser parte de su familia y mi familia quería que ella fuera parte de la nuestra. Y recordando todas las veces que la vi jugar con mis sobrinos, supe que ella era con quien quería construir nuestra familia.
El consejo de mi padre fue tan impactante como revelador. Iba en contra el hilo de la “filosofía de supermercado” de hoy, la cual es, básicamente: si no estás feliz con los resultados, devuélvelo y obtén uno nuevo.
No. Un matrimonio real (y un amor real) nunca se trata sobre ti. Es sobre la persona que amas –sus deseos, sus necesidades, sus esperanzas, y sus sueños. El egoísmo exige saber “¿Qué gano yo?”, mientras que el amor pregunta “¿Qué puedo dar?”
Hace algún tiempo mi esposa me mostró lo que significa amar altruistamente. Por muchos meses, mi corazón había estado endureciéndose por una mezcla de miedo y resentimiento. Luego, después de que la presión hubiese aumentado hasta un punto que ninguno de los dos podía resistir, las emociones surgieron. Fui insensible. Fui egoísta.
Pero en vez de bajar a mi nivel y ser igual de egoísta, Kim hizo algo más que maravilloso –me entregó un estallido de amor. Dejando de lado todo el dolor y angustia que le había causado, ella me tomó con ternura en sus brazos y calmó mi alma.
El matrimonio se trata de la familia.
Me di cuenta que había olvidado el consejo de mi padre. Mientras que el rol de Kim en el matrimonio había sido amarme, lo único que yo hice era centrar la atención en mi. Descubrir esta terrible realidad me destruyó, y le prometí a mi esposa que trataría de mejorar.
A todos aquellos que leen este artículo –casados, casi casados, solteros, o incluso los autodeclarados solteros o solteras de por vida –quiero decirles que el matrimonio no es para ustedes. Ninguna relación de amor verdadero es para ustedes. El amor se trata de la persona que aman.
Y, paradójicamente, mientras más ames a esa persona, es más el amor el que recibes. Y no solo de tu media mitad, sino que también de sus amigos y su familia y de cientos de otras personas que nunca habrías conocido si tu amor hubiese seguido siendo egoísta.
Realmente, el amor y el matrimonio no son para ti. Es para los otros.