Por Candela Duato
5 noviembre, 2014

Seth Adam Smith define a la perfección lo que el amor verdadero en realidad es:

Mi esposa y yo nos conocemos desde la escuela, pero no tuvimos una cita hasta mucho después. Solo habíamos salido un par de semanas antes de darnos cuentas de que estábamos localmente enamorados y que queríamos casarnos. ¡Yo no lo dudé ni un segundo! Incluso sugerí una boda espontánea e inmediata en Las Vegas. (De verdad). Sin embargo, Kim fue un poco más práctica. Ella quería tomarse su tiempo para planear todo.

Sentí que me habían hecho explotar una burbuja. “Somos tan diferentes”, dije. “Te gusta planear mientras a mí me gusta ser espontáneo”. Los ojos de Kim se abrieron muchísimo, “¡Puedo ser espontánea!” dijo, rápidamente. “Totalmente, puedo ser espontánea. Solo dime con anticipación cuando quieres que seamos espontáneos y lo anotaré en mi agenda…”

La miré extrañado. ¡Hablaba completamente en serio! Claramente, Kim no comprendía el significado de la espontaneidad.

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Aunque pueda parecer muy gracioso, mientras más pienso en esta conversación, más me doy cuenta de que planear amar a alguien – elegir amar a alguien – es, de hecho, una de las cosas más hermosas sobre el amor.

He escuchado decir que el amor verdadero es un compromiso incondicional hacia una persona imperfecta. Y es verdad.

Cuando todas las mariposas ya han desaparecido y el día de tu matrimonio se convierte en un recuerdo distante, descubrirás que te casaste con alguien tan imperfecto como tú. Y que ellos, por su parte, aprenderán que tú tienes problemas, inseguridades, luchas, peculiaridades – y olor corporal – ¡tan real como el suyo!

Luego te darás cuenta de que el amor real no es solo un sentimiento eufórico y espontáneo. Es una elección deliberada. Un plan de amarse para bien o para mal. En la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Por supuesto, no puedes elegir a quien te sientes atraído pero definitivamente eliges a la persona de quien te enamoras y (lo que es más importante) de quien te quedas enamorado. Nuestra sociedad pone mucho énfasis en los sentimientos. Se nos enseña que siempre debemos escucharlos y hacer lo que sea que nos haga feliz. Pero los sentimientos son volubles y efímeros.

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El amor real es como la estrella del norte en las tormentas de la vida. Es constante, cierto, y real. Cuando estamos perdidos o confundidos podemos encontrar la fuerza en el amor que hemos elegido.

Además, la vida ya nos ofrece bastante espontaneidad: rechazo, pérdidas de trabajo, penas, decepciones, desesperanza, enfermedad, y muchos otros problemas. No podemos abandonar el barco cada vez que nos topemos con un problema en el matrimonio. El amor verdadero se trata de soportar las tormentas de la vida juntos.

Cuando mi abuela estaba en sus cincuenta, fue diagnosticada de esclerosis múltiple, una enfermedad degenerativa que interrumpe la capacidad del cuerpo de comunicarse con su sistema nervioso. En unos pocos años, mi abuela perdió su capacidad de caminar y pasó a ir en silla de ruedas. Mi abuelo, quien en ese entonces era el jefe de policía, se jubiló dos años antes de lo planeado para cuidar a mi abuela. La ayudó a hacer todo – desde caminar por la casa y llevarla al doctor, hasta ayudarla a tomar sus medicinas y a bañarse.

Hablando sobre mi abuela, mi abuelo una vez  le dijo a mi madre, “Me duele verla así. Cuando nos casamos, siempre pensé que todo sería muy fácil. Nunca imaginé que tendría que ayudarla a cambiar su catéter todos los días. Pero lo hago y no me importa. Porque la amo.”

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El amor es mucho más que un sentimiento aleatorio y eufórico. Y el amor real no siempre es bonito, tierno y lleno de abrazos. El amor real nos pide que hagamos cosas difíciles – perdonar, apoyar el sueño del otro, dar consuelo en los tiempos de dolor, o preocuparse por la familia. El amor real no es fácil. Nada será como el día de la boda. Es mucho más significativo y maravilloso.

Hace poco me encontré con esta maravillosa cita: “Nadie se enamora por elección, sino por casualidad. Nadie se queda enamorado por casualidad, sino porque trabaja por ello. Y nadie se desenamora por casualidad, sino por elección”.

Si realmente amas a alguien (y si esa persona realmente te ama a ti), comprométete a amar y planéalo considerando con que será un trabajo duro.

Pero también planéalo considerando que será el trabajo más gratificante de tu vida.