Hemos sido bendecidos con un increíble don, el don de poder hablar. El don del lenguaje. El don de ser capaces de expresar nuestros sentimientos, emociones, ideas o planes a través de algo que llamamos palabras. Pero al igual que cualquier don, usarlo demasiado puede causar resultados inesperados.
Hablar y escuchar de forma equilibrada, es imprescindible en nuestro día a día. Irónicamente, mientras más habla uno mismo, menos capaces somos de comunicarnos correctamente.
Lee los siguientes 6 beneficios de hablar menos y escuchar más, y mejora la forma en la que te comunicas con el mundo:
1. Piensa antes de hablar
Tan obvio pero tan poco usado. Bajo el impulso de tener el protagonismo, de hablar antes de que el otro pueda hacerlo, abrimos nuestra boca sin realmente saber lo que queremos decir. A veces improvisamos y nos sale bien. Pero la mayoría de las veces, estamos gritando sobre un tema al azar, sin contribuir con contenido de calidad a una conversación. El resultado: nadie nos escucha.
Antes de responder a algo, respira profundamente, sin importar cuán “urgente” parezca la respuesta. Piénsalo por un momento. Ten en cuenta que tienes muchas opciones. Reflexiona y tu respuesta no sólo será bien pensada, si no que también será más propensa a ser escuchada.
2. Escucha antes de sacar conclusiones rápidas
Nuevamente, la necesidad de hablar rápido que tiene nuestra sociedad actual, nos fuerza a simplificar nuestras interacciones hasta el punto de convertirlas en inútiles. Basados en unas pocas palabras o frases, creamos una perspectiva sobre algo o sobre alguien que no es exacta porque no nos tomamos el tiempo de escuchar de verdad.
Escuchar de verdad no sólo significa darle tiempo al otro para que termine de decir lo que quiere decir, también significa hacer el ejercicio de ponerse en la perspectiva de la otra persona. Escuchar significa poder ver desde el punto de vista del otro.
3. Limítate a lo que es realmente importante
La notoria “sobrecarga de información” creada por la revolución de internet, no se trata de la cantidad de información disponible. Se trata de la relevancia de tal información. Cada vez que actualizas tu Facebook o publicas un post en un blog, o simplemente abres la boca para decir algo, estás contribuyendo a esta masa de información. ¿Has tratado de pensar si lo que vas a decir es realmente importante? A veces el silencio es oro…
Imagínate como sería de silencioso si nos limitáramos a decir lo que es importante de verdad.
4. Conoce mejor a los demás
Y esto se refiere a hacer cosas juntos, no sólo hablar sobre cosas juntos. Levantarse del sillón y hacer un poco de ejercicio en equipo o ir a comer con alguien. Todas estas acciones, aparte de ser el principal beneficio de disfrutar la vida, también tienen un beneficio secundario muy importante: te ayudan a entender mejor a las otras personas.
5. Crea una realidad mejor
Mientras que hablar y expresar tus sentimientos es importante, “hacer” es igualmente importante. Si pudieras restringirte de hablar 5 minutos al día, en un mes habrás ganado 150 minutos. O sea, 2 horas y media para ti. ¿Que harías con este tiempo?
Lo que tu quieras, obvio. Puedes ir al gimnasio, cocinar con tu pareja, ayudar a un vecino, tú eliges. Mientras tu meta sea hacer del mundo un lugar mejor, “hacer” siempre vencerá a “hablar”. 
6. Escribe más
Escribir también es una forma de expresarte, pero tiene menos beneficios. Si escribes, te haces más responsable de lo que dices. Las palabras escritas duran más que las habladas. Además, aclaras tu mente sin la ayuda de los demás. Escribe en un diario o blog siempre y cuando sigas la primera regla de esta lista: “piensa antes de hablar”.
Cuando estés escribiendo, pasará algo interesante: estarás obligado a escucharte a ti mismo. Estarás expuesta a tus propios pensamientos y emociones. Te conocerás mejor. O para ser más precisos, empezarás a descubrir quién eres.
