¡Como pasa el tiempo! Cuatro hermanas se fotografían juntas durante cuarenta años

Las hermanas Brown han sido fotografiadas todos los años desde 1975.

1975

Nicholas Nixon estaba visitando a la familia de su esposa cuando, “por un capricho”, cuenta él, le preguntó a ella y a sus tres hermanas si les podía tomar una foto. Era el verano de 1975 y el resultado fue una fotografía en blanco y negro de cuatro mujeres jóvenes – con codos casualmente atenuados, en camisas y pantalones de verano, de pie pálidas y luminosas sobre un fondo aterciopelado de árboles y césped. Un año más tarde, en la graduación de una de las hermanas, mientras se preparaban para sacar otra fotografía, él sugirió que se alinearan en el mismo orden. Después de ver la imagen, les preguntó si podían hacerlo todos los años. “Parecían estar de acuerdo con la idea”, dijo; así comenzó un proyecto que ha durado casi toda su carrera. La serie, que se ha exhibido en todo el mundo durante las últimas cuatro décadas, se podrá ver en el Museo de Arte Moderno el próximo Noviembre, coincidiendo con la publicación del libro “Las hermanas Brown: Cuarenta Años”.

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¿Quiénes son estas hermanas? Nunca se nos dice (aunque sabemos sus nombres: de izquierda a drecha, Heather, Mimi, Bebe y Laurie; Bebe, la de mirada penetrante, es la esposa de Nixon). El impulso humano es buscar pistas, pero muy pronto dejamos de lado nuestro escrutinio antropológico – ¿Irlandesas? Norteamericanas, probablemente, con sus actitudes decididamente glamorosas y neutrales – y nuestra curiosidad se despierta con esas miradas impávidas. Las cuatro hermanas casi siempre miran directamente a la cámara, como si quisieran hacer contacto, incluso si sus miradas parecen protegidas o restringidas.

Cada vez que se fotografía a una mujer, surge inevitablemente el tema de su vanidad, pero Nixon lo maneja con elegancia  a través de la elección de luz natural, la manera informal y sin toda esa preparación pretensiosa. Las hermanas nunca discuten la ropa que llevarán puesta. Bebe Nixon explica simplemente: “Sólo nos ponemos la ropa que sentimos que queremos usar ese día.”

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A lo largo de esta serie, vemos a estas mujeres envejecer y someterse a la experiencia más humillante de la vida. Mientras que muchos de nosotros podemos, si es que se nos pide, nombrar las cosas que el tiempo nos entregó y por la cuales estamos agradecidos, las líneas alrededor de nuestra boca y la distensión de la piel no están entre ellas. Así, mientras que una parte del espíritu se hunde ante la lenta aparición de las arrugas de estas mujeres, otra parte se levanta: Ellas no se desarman debido a esto. Tal vez detectamos más tristeza en los ojos, y más peso en esas cejas que alguna vez fueron jóvenes. Pero cuanto más estudiamos las imágenes, más nos damos cuenta de que el envejecimiento no define estas mujeres. A pesar de que las imágenes nos dicen, en términos muy claros, que así se ve envejecer, que esta es la verdad irrefutable, también aprendemos lo siguiente: Así es cómo luce la resistencia.

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Específicamente, esta es la resistencia de la hermandad. Nixon, que creció cómo hijo único, dice que siempre ha estado intrigado por la unidad fraternal, y se nota en estas imágenes. Con cada año que pasa, las hermanas parecen presentarnos un frente más unido. Afirmaciones anteriores de su individualidad – los brazos cruzados sobre el pecho, estar de pie separadas – dan paso a una inclinación literal de una hacia la otra como si la independencia ya no fuera una preocupación. Vemos lo que sucede entre las hermanas con sus cuerpos, especialmente con sus extremidades. Una mano agarra la cintura de una hermana, los brazos abrazan a otros brazos o están apoyados, con una solidaridad ocasional, sobre algún hombro. Una palma estabiliza el cuello de otra, tranquilizadoramente. El efecto acumulativo es vertiginoso y poderoso. Cuando 36 impresiones fueron exhibidas en una galería en Granada, España, los espectadores lloraron abiertamente.

2006


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2014

La profundización de las relaciones entre las hermanas se extiende hasta el mismo Nixon. Siempre, todas las hermanas han tenido la oportunidad de intervenir en la selección anual de la fotografía que las representaría ese año, pero en los últimos 10 años, el proceso se ha vuelto mucho más colaborativo. Una vez, cuando las hermanas habían elegido unánimemente una fotografía y Nixon no estaba de acuerdo, este cedió ante sus deseos. “Tengo que ser justo aquí”, dijo. Cuando la sombra de Nixon aparece por primera vez, cayendo a través de las rostros – en los años ’81, ’83 y ’84 – puedes sentir su deseo de participar, de ser parte del grupo. Pero en los últimos años, el vínculo de colaboración entre él y sus retratadas se ve reflejado. Los ojos de las mujeres ahora parecen considerar al fotógrafo con un brillo de confianza y afecto fraternal. “Nos hemos acercado,” reconoce Nixon.

Al llegar a las últimas fotos, sentimos la inevitabilidad final que, como dice Nixon, “No todos vamos a estar aquí para siempre.” La implicación se asoma en el oscurecimiento de la paleta de colores y en las figuras que se acercan más, acurrucadas como si quisieran permanecer a flote. Observar a una persona cambiar con el tiempo nos puede engañar y nos puede llevar a pensar que compartimos cierta intimidad, y, sin embargo, de alguna forma no creemos que estas poses y expresiones sean el reflejo final de las hermanas Brown. Las hermanas nos permiten observar, pero no nos permiten entrar. La renuencia se muestra particularmente en las primeras imágenes: La frente baja y cautelosa, la línea que se forma en una boca cerrada. A veces la parada de un cuerpo o el ángulo de la mandíbula reflejan francamente una mala disposición. Estos temas no son una cualidad poco común en esa edad en la que todo el mundo no es sólo un fotógrafo, sino que también el sujeto favorito para fotografiar. En esto, Nixon ha arrancado una paradoja: La creación de fotografías en las que la privacidad es también el tema. La privacidad de las hermanas siempre ha sido de suma importancia para el artista, y eso se nota en el trabajo. Año tras año, hasta la última impresionante toma con su triunfal estado de ánimo sombrío, sus rostros y posturas dicen, sí, les daremos nuestra imagen, pero nada más.