Cómo me aseguré de que mis 12 hijos pudieran pagar por su Universidad ellos mismos

Mi esposa y yo tuvimos 12 niños en el transcurso de 15 años y medio. Hoy, nuestra hija mayor tiene 37 años y el menor 22. Siempre tuve un trabajo muy próspero y suficiente dinero para darles de todo a mis hijos. Pero mi esposa y yo decidimos no hacerlo.

Voy a compartir con ustedes las cosas que hicimos, pero primero déjenme decirles los resultados: Cada uno de mis 12 hijos tiene títulos universitarios (o están en la Universidad), y nosotros, como padres, no pagamos por eso. La mayoría de ellos tiene además un título de Magister. Aquellos que se casaron, tienen esposos o esposas maravillosos, con la misma ética y títulos universitarios también. Tenemos 18 nietos, lo cuales aprenden las mismas cosas que nuestros hijos aprendieron –auto respeto, gratitud, y un deseo de ayudar a la sociedad.

Criamos a nuestra familia en Utah, Florida y California; mi esposa y yo ahora vivimos en Colorado. En marzo, vamos a cumplir 40 años de casados. Pienso que el amor que existe entre nosotros es el responsable en parte de nuestro éxito con los niños. Ellos ven una vida hogareña estable, con un compromiso que no cede ante nada.

Aquí están las cosas que hicimos bien (también hicimos bastantes cosas mal, pero esa es otra lista):

Tareas y Deberes


Tiempo de estudio

La educación fue muy importante en nuestra familia.


Prohibido: Comer a deshoras y alegar por la comida


Actividades Extracurriculares


Independencia


Todos juntos en esto


Política de Vacaciones


Dinero y materialismo

A pesar de que teníamos suficiente dinero, no hemos ayudado a nuestros hijos a comprar casa, pagar por educación ni por sus bodas (sí, tampoco pagamos por sus bodas). Le hemos entregada una extensa información sobre cómo hacer o cómo comprar unidades de arriendo y usar las acciones para aumentar la fortuna. Nosotros no les “dimos” cosas a nuestros niños, pero les dimos la información y les enseñamos “cómo” hacer las cosas. Los hemos ayudado con contactos en corporaciones, pero ellos tenían que ir a las entrevistas y “ganarse” los trabajos.

Les dábamos regalos paras su cumpleaños y para la Navidad. Pretendíamos ser Santa, pero cuando se hicían mayores y nos preguntaban sobre él, no mentíamos. Decíamos que era un juego que nos gustaba jugar porque era divertido. Solíamos hacer listas, y aun lo hacemos, con las cosas que los niños querían como regalos. Con el internet, es fácil mandar listas así a los niños y nietos. Los regalos hechos en casa a menudo son los favoritos.


El mundo real

Amábamos a los niños sin importar lo que hicieran. Pero no evitábamos que sus actos tuvieran consecuencias. Dejábamos que sufrieran las consecuencias y no tratábamos de mitigarlas sólo porque los veíamos pasarlo mal. Nosotros podíamos llorar y estar tristes, pero no hacíamos nada para disminuir las consecuencias de sus acciones.

No éramos, ni somos, los mejores amigos de nuestros hijos, éramos sus padres.