Por Candela Duato
10 noviembre, 2014

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El estrés está afectando a tu cerebro mucho más de lo que imaginas. Sin duda, has experimentado la distracción, la falta de memoria, la negatividad o la ansiedad que provienen de situaciones estresantes. Pero ¿sabías que también el estrés reduce tu cerebro? Las hormonas liberadas en respuesta al estrés no sólo afectan a la función del cerebro, sino que también cambian la estructura física de él.

La hormona del estrés, llamada cortisol, puede matar, reducir y detener la generación de nuevas neuronas en una parte del cerebro llamada hipocampo. El hipocampo es crucial para el aprendizaje, la memoria y la regulación emocional, así como también para apagar la respuesta al estrés después de que un evento estresante ya ha pasado: todos estos son procesos muy necesarios en nuestras vidas profesionales y personales.

El estrés crónico también puede reducir el tamaño de la corteza prefrontal media. Esto afecta negativamente a la toma de decisiones, la memoria funcional, y el control de la conducta impulsiva. El estrés también tiene la capacidad de afectar a las células madre, lo que inhibe el acceso a la corteza prefrontal, donde regulamos el comportamiento cognitivo complejo y regulamos la interacción social. El resultado es un cerebro que es menos capaz de aprender y memorizar, y más propenso a la ansiedad y a la depresión.

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Para empeorar las cosas, esta misma hormona del estrés puede aumentar el tamaño y la actividad de una parte del cerebro llamada la amígdala. La amígdala es crítica en la formación y el almacenamiento de memorias asociadas a eventos altamente emocionales. Es la encargada de asociar un evento con una sensación, y esta conexión se almacena en nuestra memoria a largo plazo, lo que en el futuro nos permite evitar el evento o buscarlo. Los cambios causados por el cortisol aumentan las emociones negativas, como el miedo, la ansiedad y la agresión.

Estas alteraciones cerebrales pueden tener consecuencias significativas en la forma en que interactuamos con los demás, nuestra capacidad para aprender, recordar, tomar decisiones y lograr objetivos a largo plazo. Ellas también hacen que sea más difícil manejar con éxito las situaciones de estrés en el futuro, lo que lleva a un círculo vicioso.

Afortunadamente, hemos descubierto un antídoto muy eficaz para estos efectos negativos: el ejercicio. El ejercicio puede ayudar a construir un cerebro resistente a la tensión, además de aumentar la función cognitiva y el tamaño del cerebro.

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El ejercicio ayuda a estimular la liberación de una sustancia llamada factor neurotrófico derivado del cerebro, que ayuda en el desarrollo del tejido sano del cerebro y revierte los efectos negativos del estrés. Imagina que es como un fertilizante para el cerebro. Mantiene las neuronas existentes saludables y también estimula el crecimiento de nuevas neuronas. Cuanto más ejercicio, más creamos, y más se generan neuronas, sobre todo en el hipocampo.

El ejercicio también libera la hormona del crecimiento humano, que es vital para el crecimiento y el desarrollo de todas las células del cerebro y del cuerpo. Contrarresta la atrofia celular natural del envejecimiento y aumenta el volumen del cerebro. Afortunadamente, no es necesario realizar ejercicio durante toda una hora para conseguir muchos de estos beneficios. Un análisis reciente de 10 estudios descubrió que una dosis de cinco minutos de ejercicio tiene un mayor efecto en la mejora del estado de ánimo y la lucha contra el estrés. Siempre que tengas unos minutos, haz algo para elevar tu ritmo cardíaco y desafía a tus músculos. Es una manera positiva y constructiva para lidiar con el estrés y ¡puede ayudar a evitar la pérdida de tu cabeza!

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