3 razones por las cuales no soy la mamá que pensé que sería

Antes de ser madre, yo era una experta en estilos parentales, y había determinado que yo sería una madre autoritaria. Tendría reglas y límites, pero los haría cumplir con paciencia y amor. Nunca tendría que ser la autoritaria quién respondería dramáticamente. Yo no gritaría: “Porque yo lo digo, ¡por eso!” .

Dejaría que mi hijo me cuestionara, y fuera parte de la experiencia. Sería genial. Entregaría sabiduría y al mismo tiempo pondría límites. Mis hijos serían criados en una democracia de dicha. Ahora que tengo dos niños y mi imperio de genialidad está lentamente cayéndose a pedazos, he decidido que un “estilo parental” no es blanco o negro. Y honestamente, los niños son mucho más complejos de lo que nunca me habría imaginado, a pesar de que antes de tener mis propios niños, trabajaba con otros. Aquí hay algunas reflexiones sobre por qué me tengo que recordar a mí misma que está bien cambiar un poco cuando se trata de mi estilo maternal.

Algunos días, ciertas cosas no funcionan, y punto. Y aquí te explico por qué:

1. Porque lo que funciona para ti puede no funcionar para ellos

Obviamente los niños van a probar sus límites; están programados para hacer eso. Pero a veces el padre que queremos ser no calza con el niño que tenemos. Por ejemplo, mi hijo es muy literal. Solía hacerle cosquillas y decirle, “Eres ridículo.” Y el me contestaba, “No soy ridículo, soy Chase.” Chase es su nombre. Es muy serio, recuerda todo lo que decimos y es extremadamente sensible. La madre que me imaginé que sería no funciona del todo con Chase. Los límites deben estar extremadamente claros. Mientras más opciones le doy, más difíciles se ponen las cosas. También tiene dificultades con el procesamiento sensorial. Cada vez que lo llevo a un lugar con mucha gente me pregunto por qué se siente como si hubiésemos sobrevivido un tornado una vez que llegamos a casa. Solía tener la filosofía de que lo seguiría haciendo, que la exposición sería buena para él. A veces esto es verdad, y otras veces solo nos estaba torturando a ambos. Me di cuenta que estaba bien irse. No creo que sea verdad que una filosofía parental funciona completamente con cada niño.


 2. Porque pueden llegar a ser muy molestos

Recientemente, una amiga mía cuidó a mi hijo. Después me dijo que aparentemente no le caía muy bien a mi hijo. El razonamiento fue que parecía muy enfadado cuando ella le corto en pedacitos sus nuggets de pollo en la cena. Mi amiga no tiene niños aún y se sintió como si estuviera ante una versión antigua de mí. Sin tener idea. Tan inocente. Le tuve que explicar que si ella no hubiese cortado los nuggets, él habría insistido que lo hiciera antes de que se los comiera. Hubo otra vez en que le tuve que pedir ayuda a la adolescente del castillo inflable para sacar a mi hijo del edificio. Estaba escapándose de mí, riéndose como un loco, esos ojos—nunca me olvidaré la forma en que sus ojos se desorbitaban como a un lunático. Mi hijo ha inspirado el “porque yo lo digo, ¡por eso!”.  Puede ser extremadamente molesto, y he encontrado las fuerzas en mi reciente estilo parental.

Les explico, me he transformado en una persona igual de molestosa que él. No más negociaciones con niños. La verdad es que todos los niños tienen sus momentos, así como los adultos. Hay veces en que pierdo la cabeza. Esas veces, he descubierto que el no seguir el drama de la situación nos ha salvado en muchas ocasiones. Cuando mi hijo está enfermo, su comportamiento es peor. Cuando está cansado, su comportamiento es peor. Y cuando yo estoy enferma y cansada, mi comportamiento es peor, así que tengo que estar constantemente recordándome de que si mantengo la calma, ya he ganado la mitad de la batalla.


 3. Porque la madre que imaginé que sería, nunca existió

Hay tantas veces que me he encontrado diciendo, “Nunca pensé que esto sería tan difícil”. No puedes darte cuenta de la enormidad de lo que está a punto de pasar. Muchas veces comienza con el deseo de tener a esa nueva vida en tus brazos, la posibilidad de todo lo que está envuelto en ese paquetito perfecto, más tierno y dulce que cualquier cosa que habías visto antes. Y luego, ese niño es tuyo. Se ve como tú, te admira. Literalmente, no hay ninguna forma de describir su belleza. O el momento en que lo conoces por primera vez, y tu corazón explota dentro de tu cuerpo, haciendo que la persona que eras un momento atrás deje de existir. La madre que me imaginé que sería nunca existió, porque yo nunca supe realmente en lo que me estaba metiendo. Y no hay ninguna forma en la que me podría haber preparado para lidiar con ser madre. He llegado a la conclusión de que, a menos que cada bebé venga con un manual individual, no hay ninguna forma de saber el mejor método parental para ellos hasta que te embarcas en la aventura más grande de la vida: descubrirlo juntos.

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