Cuando mi hijo se acercaba a cumplir tres años comencé a darme cuenta de que su comportamiento era un poco diferente del resto de los niños de nuestro círculo de amigos. Era emocional en extremo y le costaba quedarse quieto. Era muy desafiante y no tenía ningún cuidado con los límites sin importar cómo cambiásemos nuestro estilo de paternidad. Mientras más crecía, también lo hacía su actitud desafiante. Buscamos opiniones externas y apoyo.
Somos padres de un pequeño dolor en el trasero que tiene un fuerte carácter y es muy energético, y quien nos ha enseñado más sobre la vida que lo que cualquier búsqueda en Internet. He aquí las razones por las que estos niños nos hacen cuestionarnos todo y llevarnos a la conclusión de que somos mejores personas por conocerlos…
1. Mejoran nuestro cuidado personal
No puedo decirte cuantas veces he estado en público con mi hijo (por supuesto, persiguiéndolo) y he escuchado a alguien decir “Wow, si tan solo pudiese guardar toda esa energía en una botella”, o “Dios, me agota solo el verlo”. Les respondo con mis dientes apretados y con una pequeña risa, quizás con un “Ja, sí, es verdad”. Pero tienen razón. Y quizás porque mi hijo siempre está corriendo, ahora lo estoy yo también. Me despierto sintiéndome mejor en la mañana y cuando él corre ya no mira hacia atrás sacando su lengua y mirando con sus ojos llenos de furia. Porque ahora le llevo demasiada ventaja, y corro desafiándolo mientras él intenta alcanzarme.
2. Ellos preparan nuestro camino para el auto-descubrimiento
Recientemente comenzamos a llevar a nuestro hijo a un terapista de juegos. Había comenzado a pegarse a sí mismo, entre otras cosas, cuando se frustraba o se molestaba. Estábamos preocupados. Lo que más me sorprendió de esta experiencia fue que no me preguntaron tanto sobre el comportamiento de mi hijo durante un berrinche público sino sobre mi ansiedad cuando estos ocurrían. El sorprendente descubrimiento de que quizás yo estaba empeorando la situación por lo que sentía. Dicen que uno es el espejo de sus hijos, pero que funciona hacia ambos lados. Ellos son un espejo de nosotros también. Y es sorprendente lo que puedes aprender sobre ti misma cuando miras de forma honesta a tu hijo.
3. Siempre tienes una excusa para irte
Llevar a un hijo con un carácter súper-HIPER-fuerte a un cumpleaños puede ser toda una experiencia. Muchas salidas públicas pueden acabar rápidamente. Y de hecho lo hacen. Trato de prepararlo lo mejor que puedo. Le pongo límites y reglas. Pero no siempre me doy cuenta de que los brownies de chocolate estaban a su alcance y que se ha comido todo el plato que estaba sobre la mesa. Luego empieza la diversión. Un colapso total. Entonces llega el momento de aproximarte a tu hijo mientras todos los asistentes a la fiesta observan. El lado positivo es que cuando estás en un evento y necesitas una excusa para irte, esta siempre es la mejor. La verdad es que ellos probablemente no te quieren ahí con tu hijo de todas formas. Y como a ti no te importa realmente, termina funcionando a tu favor.
4. Nos inspiran en la búsqueda por equilibrio
Mi hijo puede divertirse sin parar durante todo un día. Necesitas equilibrio en tu universo para mantenerte a flote. Nunca logré entender lo que era el yoga hasta que tuve a mi hijo. Durante la clase de yoga pre-natal me refería a ella como una actividad llamada “Intenta no soltar un gas en una pequeña habitación llena de gente”. Pero ahora lo entiendo. Las fuerzas salvajes de mi hijo me han hecho buscar el increíble poder del sentir nada. Ciertamente, ya no tengo el tiempo para clases de yoga. Pero sí para tomar un relajante baño con bombitas de lavanda. Para una máscara facial y para escuchar música suave. Incluso encender velas por las noches en mi casa me hace sentir más relajada. Ya no me siento culpable por no hacer nada.
5. Te dan suficiente material para los años que vendrán
Llegará un día en el que mi hijo será muy viejo para escalar sobre los muebles. Cuando ya no cabrá dentro de los armarios. Y créanme, en este momento estoy tomando apuntes. No para hacerlo sentirse mal innecesariamente, sino para tener algo de qué hablar con él. Quiero que sepa cómo era para que complete el puzzle de quien será. Uno de los mejores consejos para lograrlo en este mundo loco es que si no puedes reírte de ti mismo, básicamente estás en problemas. A los 4 años ya tengo un enorme arsenal de material graciosísimo para compartir con él un día. Y sí, me encantaría si viene acompañado con un “te amo mamá, eres la mejor”. Porque no lo necesito. Porque el que se me haya permitido pasar sus años de infancia con él es recompensa suficiente.
6. No querrías que las cosas fueran de otro modo
Nos quejamos mucho sobre nuestros niños o discutimos los momentos difíciles que hemos pasado con ellos, y terminamos añadiendo: “Pero no querría que fuera de ningún otro modo”. Antes de tener hijos, escuchaba a personas decir esto y pensaba que se estaban engañando a sí mismos porque me constaba que sus hijos eran monstruos. Pero es verdad. Hemos pasado por tantas cosas con nuestro hijo. Evaluaciones, terapias, pataletas, bla, bla, bla. No importa. Es algo que puede resultar de nuestra decisión de tener hijos. Nunca sabremos a quién tendremos. Es el programa de juegos por excelencia. ¡Y es muy estimulante! Yo, realmente y desde el fondo de mi corazón, me siento tranquila entendiendo completamente que no cambiaría nada de mi hijo si tuviera la oportunidad de hacerlo. Él es mi hermoso desastre, quien de alguna forma hace que todo sea más claro para mí.
7. No sabes la suerte que tienes
¡Dios mío! Cuando me quejo demasiado mi esposo siempre me dice que no tenemos razones para quejarnos porque están las personas que sufren de hambre, o que no tienen donde vivir, o personas que simplemente sufren en otras partes. Esto hacía que me volviera loca. Sentía que no se me permitía quejarme. Pero hay algo de verdad en esto. Cuando ves la vida así, te ayuda un poco a poner las cosas en perspectiva. Hay niños que no tienen la posibilidad de correr por todas partes y ser salvajes. Siendo realistas y sabiendo que los humanos necesitan descargarse, todos deberíamos estar agradecidos. Sin importar lo que cualquiera de nosotros estemos viviendo, siempre hay alguien a quien le va peor.
8. Te bajan el ego un poco
¿Cuántos de nosotros éramos padres perfectos antes de tener hijos? Yo lo era. Y no soy para nada la madre que pensé que sería con mis hijos antes de que ellos nacieran. El niño se mueve tan rápido que no puedo ni verlo en movimiento. Y la vergüenza que siento no puede ser explicada en palabras. Pero lo que he descubierto es que el mundo en el que vivimos todos viven de sus egos y se presta menos atención a lo que es real. Mi hijo se ve adorable en Facebook, pero tiene sus momentos realmente terribles. Y de lo que he también he podido darme cuenta es de que todos los niños tienen malos momentos. Todos. Y vivir una vida auténtica es algo que todos buscamos. Intento recordarlo cuando dudo sobre si llevar a mi hijo a un cumpleaños o a un evento al aire libre. Siempre trato de atropellar mi ego cuando estamos saliendo de casa.
9. Se lo debemos
Mi hijo no nació pensando que iba a hacer mi vida difícil. A veces me cuestiono esto, pero estoy bastante segura de estar en lo correcto. De hecho veo a mi hijo luchar con sus emociones frecuentemente y sé que no es lo que quiere estar haciendo. Las emociones a veces pueden ser demasiado grandes para que una persona tan pequeña las controle. Pero me vuelve loca lo fácil que mi hijo se altera. Lo vi secretamente y desde lejos cuando se enfureció porque sus Legos no se estaban uniendo. Primero levanto sus manos en el aire buscando algo que golpear. Gritaba y apretaba sus dientes hasta que sus ojos encontraron a los míos. Apenas me vio comenzó a llorar. Mi primer pensamiento fue que se veía como el muñeco aquel que aprietas y sus ojos saltan. Luego pensé que esto no era fácil para él. Es nuestro trabajo el ayudarlos a navegar por aguas turbulentas, incluso si casi nos ahogamos en el intento.
10. La recompensa es mejor que un millón de dólares
No importa lo terrible que creas que es tu vida, todos hemos pasado por lo siguiente: ese día perfecto en el que te conectas con tu hijo de una forma que no puedes expresar en palabras. He tenido días en los que he estado tan harta de mi hijo que he tratado de entregarle mi renuncia. Iba a dejar el trabajo y buscar algo más acorde a mis necesidades. Pero justo cuando piensas que ya no puedes soportar más, tienes ese día perfecto. Puedes sentirlo. Absorbes cada segundo y olvidas todo lo demás porque cuando tienes un día mágico con un hijo que puede ser difícil, hace que todos los día difíciles tengan sentido. Como si tuvieran un propósito de transmitirte que todo lo que has hecho y todo lo que has sacrificado, valen la pena completamente.
11. Pueden fortalecer tu voluntad
Nuestra sociedad cambia. Estamos bombardeados de información, alguna de la cual es precisa y otra que es falsa. Nuestro mundo es competitivo y a veces es difícil navegar por él. La personalidad que nuestros hijos muestran les servirá para cuando sean adultos. Ellos son los creativos, las personas que no tienen miedo de probar cosas nuevas y disfrutar la vida. No van a dar un paso atrás cuando alguien les diga que fracasarán. Esperen un minuto. Ahora soy una adulta. A menudo doy un paso atrás cuando me siento intimidada o si me dan una respuesta que no me gusta. Necesito empezar a recibir algunos consejos de mi hijo salvaje.
Sé quién eres y encuentra tu fuerza. Puede que algún día lo necesites.