Este artículo fue redactado por Dina Relles, abogado, escritora y madre de tres hombres.
“Sólo quiero tener niñas, porque los niños siempre dejan a sus mamás.”
“No quiero tener un tercer hijo porque no quiero tener 3 niños hombres.”
Esta es sólo una muestra de la insensible diarrea verbal a la que estoy expuesta diariamente.
Es cierto, puede que exista una tristeza especial cuando se trata de querer esa hija que no tienes. Pero estoy aquí para compartirte un pequeño secreto: lo divertido que es criar a niños pequeños.
Ahora, antes que te lo tomes a mal, lo sé; no a TODOS los niños les gustan los camiones y no TODAS las niñas quieren ser princesas. Pero créeme, esto de los géneros es real. Y los niños son niños. Lo sé. Tengo 3.
Y aquí te cuento porque me encanta…
1. Los juguetes son más divertidos.
Un día que fui al jardín, un par de compañeritas de mi hijo se me acercaron para comentarme algo sin sentido sobre una princesa y un castillo y no sé que más. Después de 5 segundos, mi mente ya estaba en otro lado. Mi hijo corrió a mi lado para contarme que había visto SEIS grúas, DOS ambulancias y TRES carros de bomberos, todo desde la ventana de la escuela ese día. Eso si que es genial. O al menos, es real.
Los camiones, trenes, buses y aviones existen. Podemos pasar horas un fin de semana caminando en los vecindarios que rodean sitios de construcción: horas de entretenimiento. ¿Has visto alguna princesa o unicornios últimamente? No lo creo.
2. Salir de casa es mucho más fácil.
No necesitas peinarlos. No necesitas medias. O trenzas y pinches. Sólo pantalones, una polera, zapatillas y listo. Y (en su mayoría) no les importa lo que les pongas. Oh, y cada uno de mis hijos tiene sólo un par de zapatos. Uno.
3. Baños públicos.
Es evidente.
4. Incluso si son todos del mismo sexo, no son todos iguales.
Criar a tres niños del mismo género me ha dado la posibilidad de apreciar aun más lo diferentes que son sus pequeñas personalidades. Puede que sean todos niños, pero son tres personas completamente diferentes. El mayor es fiero, complicado, creativo e intenso. No le gustan los abrazos. Pero necesita compañía y aprobación. El del medio es sensible, tímido y dulce. Le gustan los abrazos interminables. Pero también es independiente y estoico. Son como el día y la noche. Fuego y hielo. ¿Y el bebé? Es muy pronto para saber. Sus diferencias me sorprenden y me encantan todos los días. Me ayudan a resistir mis suposiciones y generalizaciones, a pesar de este artículo.
5. Es bueno ser madre de alguien que no es como tú.
Es un cambio saludable criar a alguien de manera diferente a la tuya. Intentar conectar. Comprender de donde vienen. Tener tres niños me hace salir de mi zona de confort, y me hace salirme de mi cabeza para aceptar el mundo de manera más física, más táctil. Me hace notar cosas que normalmente no notaría, como las formas de las rocas cerca de la orilla. O el número de camionetas rojas que pasamos cuando vamos conduciendo.
Mis niños son traviesos y energéticos. Son curiosos y descuidados. Son energía y descubrimientos y juegos. Necesitan moverse y hacer en vez de sólo ser. No se quedarán quietos y sólo hablarán. O escucharán. Pero sí que saben vivir la vida a concho. Son buenos para mí. Para mi yo controladora y que piensa demás.
6. Las madres de niños nos tenemos las unas a las otras.
Le ponemos ‘me gusta’ a nuestras publicaciones en Facebook. Intercambiamos miradas llenas de significado cuando pasamos las unas al lado de las otras en la calle, discutiendo con nuestros pequeños ruidosos. Lo entendemos, somos una raza especial. Hay una alianza invisible que se forma a partir de nuestro feliz cansancio y la persecución que nunca para. Esa punzada de envidia que sentimos cuando vemos colitas en el pelo de las niñas en el parque o globos con ‘¡Es una niña!’ en el auto de alguien cuando sale del hospital. Esa preocupación cliché y sin fundamentos que nuestros dulces niños se convertirán en adolescentes hediondos y hombres reticentes que nunca llaman y que ya no nos necesitan. El miedo de algún día ser relegadas al temido rol de… la suegra.
7. Pueden tenerlo todo, o al menos les es más fácil intentarlo.
No me malentiendas. No creo que las mujeres no puedan intentar tenerlo todo, también debiesen poder. Yo misma he pasado por eso. Lo he hecho y he dejado de hacerlo también. He sigo testigo de primera fila de la inteligencia y eficiencia incomparable de mujeres que son madres y profesionales. Pero no pretendo que no es más difícil. ¿Me gustaría que mi hija (teóricamente) fuese una cirujana o una abogada? No estoy segura ¿y mis hijos? Totalmente.
8. Los niños dicen lo que piensan.
Siempre he preferido la compañía de los hombres, su honestidad sin disculpas, el crudo minimalismo de su comunicación, la sorpresa increíble de sus lados sensibles.
Quizás cuando sean mayores, tus hijos no te llamarán todos los días. Pero cuando lo hagan, irán directo al grano. No tendrás que leer entre líneas. Ten niños. No bromeo.
9. Aman a sus madres de forma especial.
“Es un amor más simple”, me comentó una persona en una clase de Mami & Yo, mientras tomaba a mi tercer hijo en mis brazos y compartía que si bien me gustaría tener una hija algún día, realmente amo la relación que tengo con mis niños.
Estoy tan orgullosa de los pequeños hombres que estoy criando. Estos altos y guapos futuros hombres, serán por siempre mis niños que aman el barro, las ramas y los camiones. Un día puede que parezcan distantes e innaccesibles, pero no para mí. Se alzarán sobre mí y protegerán a su pequeña madre, quizás puede que incluso se agachen para darme un abrazo de vez en cuando.
10. Son tus hijos, después de todo.
No importa cuantos tengas o como sean, los amarás fieramente, instintivamente y sin esfuerzo. Te sorprenderán y encantarán todos los días y no podrás imaginar tu familia de ninguna otra forma.
Pocas niñas se imaginan convirtiéndose en madre de puros niños, pero aquí estamos. Y nos encanta.