Estas inquietantes cascadas rojas en la Antártida no son lo que parecen

[jwplayer player=”2″ mediaid=”66720″]

Al extremo sur del mundo agua roja como la sangre fluye a través de un glaciar. Se ve bastante aterrador hasta que conoces su secreto. 

Probablemente cuando piensas en la Antártida y sus paisajes cubiertos de hielo, simpáticos pingüinos y un frío que cala los huesos, una cascada es lo último que habrías esperado encontrar en este remoto lugar. Sobre todo una de aguas rojas como la sangre que atraviesa un glaciar como si este estuviese herido. Cuando vi la fotografía por primera vez pensé que era aterrador. Imaginé lo peor. Sin embargo investigando un poco más acerca de este extraño fenómeno me di cuenta de que realmente se trata de todo un espectáculo natural.

Resulta que, a pesar de las apariencias y su nombre “Blood Falls” o “Cataratas de Sangre”, esa agua no es un charco de sangre ni nada parecido. Se trata de un fenómeno producido por un lago oculto bajo el glaciar y sus aguas. Según la revista Smithsonian, hace cinco millones de años una inundación provocada por el aumento del nivel del mar, formó un lago salado en el hielo. Luego millones de años después comenzaron a formarse glaciares sobre el lago, aislándolo completamente de la superficie y preservando sus aguas a 400 metros de profundidad.

En la medida en la que los glaciares fueron congelándose, el agua del lago se tornó cada vez más salada hasta llegar a tener 2 o 3 veces más contenido de sal que el agua del océano, haciendo imposible que esta se congelara. Atrapado bajo los hielos, el agua está completamente aislada de la atmósfera, no ha visto el sol hace siglos, ni contiene oxígeno. También contiene una gran concentración de hierro que proviene de las rocas bajo el agua y es precisamente este elemento el que produce el color rojo en el agua. Cuando el agua de este lago subglacial se filtra a través de alguna grieta del glaciar, el agua escurre como cascada sobre el glaciar Taylor –nombrado así porque quien lo descubrió fue el geógrafo y geólogo, Thomas Griffith Taylor–. Al entrar en contacto con el aire, esta agua rica en hierro se oxida y mancha el hielo de color rojo.

Pero el misterio continúa. Resulta que pese a estar en completa oscuridad y carecer de oxígeno, en este lago subglacial hay vida. Miles de microbios viven en sus saladas aguas y obtienen su energía al romperse sulfatos, que en su interior contienen oxígeno. Luego el hierro en el agua interactúa con ellos, restaura los sulfatos y básicamente los recicla. De esta forma los microbios pueden tener una fuente interminable de sulfatos y oxígeno.