Por Bárbara Samaniego
28 enero, 2015

Aunque no lo creas, pueden ocurrir cosas buenas. Helen Galsworthy tenías apenas 18 años cuando perdió sus dos piernas al intentar acabar con su vida, acostándose en las vías de un tren. Curiosamente, este hecho no la deprimió sino que le dio fuerzas para seguir adelante. Helen recibió ayuda psicológica y encontró felicidad en la maternidad. Actualmente, la joven participa activamente en organizaciones en beneficencia de personas con desórdenes mentales, pues quiere ayudar a aquellos que sufren como alguna vez ella sufrió:

httpv://youtu.be/uIAuOI32l3A

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Sin embargo, las cosas podrían haber salido peor. Sobrevivir a un intento de envenenamiento con monóxido de carbono, productos químicos o medicamentos recetados puede dañar permanentemente el cerebro, el corazón, el esófago, el estómago, los intestinos y los riñones. Sobrevivir a una larga caída libre puede resultar en desfiguración, daño de órganos internos, huesos rotos o parálisis. Sobrevivir a un disparo de arma de fuego puede ocasionar daño cerebral o parálisis. O peor aún, puede sobrevivir el tiempo suficiente como para sentir dolor y arrepentimiento, pero no lo suficiente como para ser salvado.

Kevin Briggs trabajó como oficial de la Patrulla de Caminos de California por 23 años, y su perímetro de acción incluía el extremo sur del puente Golden Gate, uno de los lugares más populares en el mundo para intentos de suicidio. Tuvo que responder ante millones de denuncias de suicidio, y es por eso que puede hablar con propiedad al respecto:

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Briggs dio una charla TED en la que comparte diversas historias, y su mensaje es bastante claro. Si alguien que conoces está luchando con un desorden mental severo, sé un apoyo compasivo, y no tengas miedo de mostrarle lo que puede suceder si trata de quitarse la vida. Y si tú mismo estás luchando, entonces busca ayuda. Siempre hay esperanza: el suicidio se puede prevenir.

httpv://youtu.be/5Gn7GY6vbps

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