Por Ignacio Rojas
28 noviembre, 2014

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La pequeña ciudad alemana de Wunsiedel ha visto pasar multitudes de neonazis por sus calles en manifestaciones anuales durante décadas, pero este año pasó algo diferente.

Mientras los extremistas recibían una acogida fría en los últimos años, esta vez durante su última marcha el 15 de noviembre, fueron recibidos con banderas de colores, gente animándolos y una mesa de banano gratis.

Las nuevas festividades se hicieron en honor a la participación involuntaria de los neo-nazis en una “caminata involuntaria”, explica el periódico británico The Independent, en la cual estaban donando dinero a una organización benéfica antinazi por cada metro que caminaran.

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Cuando el grupo de alrededor de 200 neo-nazis finalmente cruzó la línea de llegada, fueron recibidos con carteles que decían que habían juntado 10.000 euros para la caridad y quedaron perplejos. Esas ganancias van a ser enviadas a EXIT, un grupo Alemán que trabaja para la rehabilitación de extremistas y los ayuda a reinsertarse en la sociedad.

Fue al grupo activista Recht gegen Recht (Derecho contra la derecha) a quien se le ocurrió la idea de convertir eficazmente la marcha como un medio para sacar algún provecho de la deplorable manifestación de los neonazis.

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A pesar de las protestas de sus residentes, Wunsiedel se convirtió en un lugar de peregrinación para los neonazis tras la muerte de Rudolf Hess, explica el New York Times. El teniente representante de Hitler fue enterrado ahí en el año 1987 y aunque la tumba de Hess fue removida y sus huesos cremados en 2011, los extremistas de ultraderecha continuaron visitando la ciudad.

Ahora, con la llegada de la marcha caridad, Wunsiedel ha encontrado una solución aparentemente fácil para el problema con las marchas neo-nazis.

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