Walter Josef Fischer era conocido en Hamburgo, Alemania, como OZ. Era una increíble leyenda, incluso si la mayoría de la gente nunca lo hubiese reconocido en una multitud. Anciano y lento con un rostro arrugado y desgastado, caminaba invisible a través de Hamburgo mientras pintaba paredes y trenes. Y, sin embargo, con su lata de aerosol, cambió la cara de esta ciudad.
httpv://youtu.be/0hqPPguE1Os